Por: Roberto Morejón
Las personas se ponen a prueba en los momentos difíciles, y en Cuba sobresalieron por su diligencia los dirigentes del Poder Popular y de otras instancias antes, durante y después del paso devastador del huracán Irma.
Con categoría máxima, el fenómeno meteorológico castigó la costa norte y con vientos de tormenta tropical casi todo el país, sumido ahora en una compleja labor para resarcir los graves perjuicios.
Como las afectaciones al sistema electroenergético fueron graves y la interrupción del servicio no permitió captar en muchos hogares las señales de la televisión, los cubanos con radios de baterías pudieron enterarse por esa vía de testimonios de damnificados.
No pocas de esas personas destacaron que su rápida y entusiasta participación en la ayuda a la evacuación de vecinos en peligro y en las faenas de recuperación tras el paso del meteoro, estaba vinculada a su afán solidario y al deseo de apoyar a su delegado.
En efecto, allí en primera fila para contribuir a salvar vidas, resguardar recursos materiales y atenuar los daños provocados por Irma, sobresalían los delegados de circunscripciones del Poder Popular.
Junto a ellos despuntaban por su pujanza directivos municipales y de otros niveles de instancias estatales y organizaciones de masas, quienes a la par de trabajadores de las ramas de electricidad y el agua se empeñan en recoger desechos y restablecer servicios.
En medio de los fatigosos quehaceres en comunidades apartadas, pueblos y ciudades se curten los líderes populares que en armonía con los ciudadanos protagonizan la prolongada y costosa fase para volver a la normalidad.
Mientras altos directivos gubernamentales y militares trazaban estrategias desde el Estado Mayor Nacional de la Defensa Civil cubana, en la base los ciudadanos, bajo certera guía, allanaban el camino de las fuerzas especializadas.
Si no fuera así, cómo sería posible hallar soluciones rápidas para coyunturas aparentemente insolubles, como, por ejemplo, la falta de equipos cargadores para recoger miles de árboles caídos.
Una oportuna directriz gubernamental encomendó al grupo azucarero AZCUBA proveer un número de alzadoras mecánicas destinadas a recoger la caña cortada en los campos.
Era una iniciativa que engrosa la vasta experiencia de los cubanos en el enfrentamiento a catástrofes naturales como Irma.
Ese conocimiento acumulado es crucial para encauzar las fuerzas y recursos materiales limitados con que cuenta el país con vistas a volver a la normalidad.
Para alcanzar ese objetivo seguirá como eje la eficacia de los dirigentes de base en un país que, tendenciosamente, es atacado por la artillería mediática occidental al calificarlo como un régimen no democrático.
