Rohingyas en crisis humanitaria

Editado por Maite González Martínez
2017-09-30 08:02:20

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Imagen ilustrativa. (Archivo)

Por: Guillermo Alvarado

Alrededor de 480 mil miembros de la comunidad de los Rohingyas han escapado en las últimas semanas de la violencia de que son víctimas en Birmania e ingresaron en la vecina Bangladesh, donde sobreviven en condiciones infrahumanas y dependen por completo de la ayuda internacional.

Las agencias de la Organización de las Naciones Unidas llamaron a crear condiciones para asegurar la vida de hasta 700 mil personas que podrían cruzar en total el río Naf, que separa a las dos naciones.

Con esto llegarían a ser más de un millón de refugiados en suelo de Bangladesh, un país pobre, pues antes de la actual oleada ya por lo menos otros 300 mil estaban allí en campamentos improvisados e insalubres.

En una visita a estos lugares el pasado fin de semana el Alto Comisionado de la ONU para los Refugiados estimó que se necesita ayuda masiva en alimentos, medicinas y ropa para cubrir las gigantescas necesidades de estas personas.

Los rohingyas son una comunidad musulmana que habita en el norte de Birmania, de mayoría budista, donde están privados de sus elementales derechos de salud, estudios o trabajo, no se les reconoce la nacionalidad, carecen de cualquier tipo de documentación y de manera periódica son víctimas de la violencia del ejército, la policía o los mismos civiles.

La ONU ha afirmado que se trata de la minoría étnica más perseguida en todo el planeta y recientemente la organización denunció una limpieza étnica ejecutada por el gobierno que encabeza la Premio Nobel de la Paz, Aung San Suu Kyi.

Anteriormente convertida en un ícono internacional por su lucha a favor de los derechos humanos, Suu Kyi es ahora criticada con dureza por su frialdad y silencio ante la represión contra los rohinyas.

Este pueblo ha sufrido los cambios políticos, sociales y geográficos ocurridos alrededor del golfo de Bengala prácticamente desde el siglo XVI, cuando la monarquía de Mrauk-U aplastó una rebelión en su colonia de Chittagong, actual Bangladesh. En el siglo XVII sufrieron la invasión del imperio Mogol y una centuria después los ingleses provocaron un cambio total en la geopolítica de la región, imponiendo fronteras a su antojo, algunas de las cuales, como la marcada por el río Naf, aún permanecen.

Durante la II Guerra Mundial los japoneses ocuparon la zona y crearon un gobierno artificial en Birmania, que reprimió con dureza a los musulmanes, y en la posguerra volvieron de nuevo los británicos hasta la independencia en 1948.

Durante todo ese tiempo la pequeña comunidad Rohingya fue empujada de un lado a otro, hasta su asentamiento en el norte de Birmania, donde no se les reconoce y ahora se les reprime y expulsa de manera masiva.

Se trata de un drama silencioso desarrollado a lo largo de los siglos, ajeno a los grandes medios de comunicación, que sólo ahora comienzan a dar cobertura a los acontecimientos que, a menos de ocurrir una acción decidida del mundo, podrían desembocar en una gran mortandad, una más de las causadas por la intolerancia, la xenofobia, el odio y el desprecio que “adornan” a nuestra dislocada especie.



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