El año que hemos vivido en riesgo

Editado por Jessica Arroyo Malvarez
2017-11-09 09:48:04

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El 9 de noviembre de 2016 el mundo se despertaba sobresaltado por la sorprendente elección del magnate Donald Trump como cuadragésimo quinto presidente de Estados Unidos, hecho que abrió un período de incertidumbre, tanto en el interior de ese país como en el resto del planeta, donde crece la sensación de vivir en un constante riesgo de ver volar en pedazos el futuro de nuestra especie.

Contradictorio y caricaturesco durante la campaña electoral, la conducta del gobernante en la primera potencia militar y económica no cambio en estos 365 días y, si acaso, su actuar imprevisible se agudizó.

Ya son habituales sus salidas de tono, sin que por eso dejen de representar un peligro que sorprende a sus propios seguidores y aún a aquellos, cada vez más escasos, que tienen alguna posibilidad de influir en él y tratar de aconsejarlo.

Si algunos tuvieron la esperanza de que el presidente fuera diferente del candidato, el tiempo transcurrido desde que en enero pasado asumió el cargo ha bastado para demostrar que se equivocaban.

Arrogante, prepotente, con una ignorancia profunda en asuntos de administración pública y relaciones internacionales, el presidente Trump hizo añicos la figura tradicional del jefe de Estado, inclusive en un país donde la política está signada por grandes contradicciones y absurdos.

Su misma elección es muestra de ello, pues entró a la Casa Blanca a pesar de obtener tres millones de votos menos que su rival, Hillary Clinton.

Numerosos de sus cercanos colaboradores fueron cayendo a lo largo de los primeros meses de su administración, entre ellos un secretario y un jefe de gabinete, su estratega principal de campaña, un par de encargados de comunicación social, un jefe de prensa, un asesor de seguridad nacional, una procuradora general en funciones, un director del Buró Federal de Investigaciones y se especula que el próximo será el propio secretario de Estado, Rex Tillerson.

El aislamiento y soledad de Trump son crecientes, como demuestran recientes encuestas donde se revela que 58 por ciento de ciudadanos reprueban por completo su gestión y solo 36 se muestran satisfechos. Es, con mucho, el presidente más rechazado en la historia de Estados Unidos.

Muchas de sus promesas de campaña se quedaron en el limbo y las que ha cumplido tienen casi todas una connotación negativa, como el endurecimiento de la política hacia los inmigrantes y el abandono de importantes tratados internacionales, entre ellos el del libre comercio en América del Norte, el pacto nuclear con Irán y, más grave aún, la salida del acuerdo sobre cambio climático de París.

La inmensa mayoría de sus iniciativas legales no fueron aprobadas en el Congreso, a pesar de que su partido, el Republicano, tiene mayoría en las dos cámaras y muchos recordarán este primer año transcurrido desde su elección como aquel en que el mundo ha estado más cerca del holocausto nuclear por su irracional conducta hacia Corea del Norte. Algunos tienen la fútil esperanza de que no se llegue a cumplir un segundo aniversario, pero la mayoría, más realistas, no hacen sino apretar los dientes esperando lo que aún está por llegar.



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