Por Guillermo Alvarado

Si bien no lograron el caudal de votos suficientes como para tener control absoluto en el Parlamento colombiano, las fuerzas más recalcitrantes de derecha y enemigas del proceso de paz afianzaron posiciones en el organismo legislativo, lo que hace crecer las preocupaciones sobre el futuro de importantes temas para la vida económica y nacional en ese país sudamericano.

El partido Centro Democrático, del expresidente Álvaro Uribe, fue el más votado este domingo en el Senado, donde quedó con 19 escaños de los 108 que lo componen; en la Cámara de Representantes logró 32 curules, de un total de 172.

Si a ellos se suman los legisladores de las agrupaciones Cambio Radical y del Partido Conservador, la llamada “derecha dura” tiene una mayoría amplia, sin ser absoluta.

Por el contrario, el gran derrotado fue el Partido de la Unidad Nacional, del presidente Juan Manuel Santos, que en total perdió 19 puestos en el legislativo, castigado sin duda por los escándalos de corrupción y la incapacidad para detener la creciente violencia, sobre todo la que está dirigida hacia los líderes comunitarios.

Organizaciones calificadas como de centro y progresistas en el espectro político colombiano, entre ellas el Polo Democrático Alternativo, Alianza Verde y la Lista de la Decencia, que apoyan los acuerdos de paz y la reconciliación en el país, subieron en su número de legisladores en un organismo que tradicionalmente está dominado por la derecha y los grandes partidos políticos, con abundantes recursos económicos.

La singularidad de estos comicios estuvo en el hecho de que la exguerrillera Fuerza Alternativa Revolucionaria del Común, FARC, participó por primera ocasión en unas votaciones, donde ya tenía garantizados diez escaños, cinco en cada una de las dos cámaras legislativas, gracias a los acuerdos de paz.

Con muy poco tiempo para prepararse, con la abierta hostilidad de los grandes medios de comunicación que insistieron en satanizarlos, una creciente violencia en su contra y prácticamente sin recursos, las FARC apenas lograron hacer una campaña muy accidentada que les impidió obtener mejores resultados.

Tampoco les ayudó el hecho de que el candidato a la presidencia, Rodrigo Londoño, tuviese que retirarse de la contienda por su delicada salud.

Otros factores que incidieron en los resultados son la corrupción, es decir la compra y venta de votos, que favorece a la extrema derecha. Hay videos captados en los colegios electorales donde se ven varias personas recibiendo dinero luego de votar.

Súmese a ello la apatía de una población cansada de políticos que prometen y no cumplen. Más de la mitad de los 36 millones de colombianos inscritos en el padrón electoral, entre el 53 y 54 por ciento, prefirieron quedarse en casa.

Respecto a las dos consultas interpartidistas del domingo no hubo sorpresas y se ratificaron las candidaturas presidenciales de Ivan Duque, ahijado político de Uribe, y del exalcalde de Bogotá y antiguo militante del grupo rebelde M-19, Gustavo Petro.

Se suman así a otros seis aspirantes a la primera magistratura, y de acuerdo con los sondeos uno de los dos será el próximo gobernante del país, un tema, amigos, del que seguiremos conversando en otros trabajos.