Por María Josefina Arce

No más violencia, paz y tranquilidad para Nicaragua ese es el clamor de la mayoría de los ciudadanos, ante la ola de violencia desatada por la derecha desde el pasado 18 de abril con el fin de desestabilizar al país centroamericano y llevar al derrocamiento del presidente constitucional Daniel Ortega.

Miles de nicaragüenses se concentraron en las últimas horas en la Plaza de la Revolución, en Managua, para condenar las acciones violentas de grupos armados, que siguen un patrón diseñado por Estados Unidos y que viene repitiéndose en los últimos meses en naciones con gobiernos progresistas.

No importa que el país bajo la Revolución sandinista sea en la actualidad uno de los más tranquilos de la región, que haya avanzado económicamente y sus pobladores cuenten hoy con salud y educación, la oligarquía, apoyada por Washington, solo piensa en volver al poder e instaurar políticas neoliberales que llevan al endeudamiento de la nación y al aumento de los pobres.

Nicaragua vive hoy una situación realmente tensa y preocupante. El gobierno del presidente Ortega ha dado pasos para hacer retornar la paz. Derogó la reforma al seguro social utilizada como pretexto para las acciones violentas, manifestó su disposición al diálogo y con espíritu conciliador se sentó a la mesa de conversaciones.

Por demás, permitió la entrada en su territorio de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, un organismo dependiente de la OEA, Organización de Estados Americanos, y ha estado de acuerdo en que investigadores internacionales esclarezcan quienes son los responsables de todas las muertes que se han producido en las protestas.

Pero el plan contra la Revolución Sandinista ya está en marcha y cuenta también con el apoyo de la gran prensa que se dedica a minimizar las conquistas sociales de los últimos años y a vender la imagen de una supuesta represión salvaje del gobierno sobre “grupos de manifestantes pacíficos y desarmados”.

Sí esos mismos grupos que en las últimas horas atacaron el centro de salud de Nueva Guinea, en la Costa Caribe Sur, destruyendo a su paso, instalaciones de la unidad y que ya habían realizado acciones similares contra el Hospital Alemán Nicaragüense, en Managua, y el Humberto Alvarado.

Elementos que ingresaron en esos lugares portando armas para intimidar y violentar la seguridad de las personas hospitalizadas, y que además han secuestrado ambulancias, vehículos del Ministerio de Salud, y no han permitido la libre circulación de las diferentes unidades de salud públicas y privadas y el traslado de personas enfermas, en todo el territorio nacional, en el marco de sus protestas violentas.

Que además han provocado con sus acciones cuantiosos daños materiales, ataques a ómnibus, instituciones sociales y que con sus bloqueos de las vías de comunicación impiden el transito de personas y mercancías.

La mayoría de los nicaragüenses quiere la paz, es un hecho claro pero ignorado por la derecha que solo se atiene a las órdenes de diversos sectores de poder en Estados Unidos, los mismos que les pagan y a quienes les interesa América Latina como una fuente de recursos naturales, mano de obra barata y un mercado para sus productos.