México le apostó a la esperanza

Editado por Lorena Viñas Rodríguez
2018-07-02 08:28:22

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Foto:Archivo.

Por: Guillermo Alvarado

Manuel Andrés López Obrador hizo realidad aquello de que a la tercera va la vencida y se convirtió en presidente electo de México, en una jornada calificada como histórica por la masiva votación a favor de un proyecto que encarna la esperanza de los ciudadanos de construir un país mejor, con inclusión social, justicia para todos y relaciones equilibradas con todos los países de la región.

El líder del Movimiento de Regeneración Nacional, MORENA, y candidato por la coalición Juntos Haremos Historia, dio desde el comienzo de los comicios un mensaje muy especial al emitir un sufragio simbólico a nombre de Rosario Ibarra de Piedra, incansable activista por los derechos humanos, en particular por esclarecer el destino de los desaparecidos.

Rosario Ibarra, actualmente con 90 años, se incorporó a esta lucha desde que en 1975 su hijo mayor, Jesús Ibarra, fue secuestrado por agentes del Estado y jamás se volvió a tener noticias de su paradero.

El gesto de López Obrador envía una clara señal a las decenas de miles de familias afectadas por el flagelo de las desapariciones, entre ellas las de los 43 estudiantes de Ayotzinapa, que tras casi cuatro años de pelea aún no consiguen una respuesta sobre cuál fue la suerte de sus hijos.

Tras conocer su victoria en las urnas, AMLO, como se le conoce por las iniciales de su nombre, dijo que el Estado dejará de ser un club al servicio de unos pocos y se dedicará a atender a los más pobres, en especial a los indígenas.

Está claro que el triunfo de Juntos Haremos Historia no va a cambiar de golpe al país y nadie espera, por supuesto, la instalación de un nuevo sistema. Lo que todo el mundo aguarda es el comienzo del fin de males que han lesionado durante décadas a ese hermano país, entre ellos la corrupción generalizada de la clase política de derecha, la venta al sector privado nacional y transnacional de los inmensos recursos naturales y el cese de la violencia que mantiene enlutada a la población.

Enfrente hay retos inmensos, como el gran poder acumulado por las mafias del crimen organizado, sobre todo el narcotráfico, un azote que requiere respuestas regionales y un enfoque distinto al estrictamente policial y militar.

Respecto al plano internacional se espera que México recupere el gran papel que durante años jugó como un referente de la no intervención en los asuntos internos de otros países, la solidaridad y la cooperación en las relaciones entre los pueblos y la firme soberanía ante su poderoso vecino del otro lado del río Bravo.

Todos añoramos al México valiente que nacionalizó su petróleo y la generación de electricidad, que abrió sus brazos a los republicanos españoles, que se negó a romper relaciones con la Cuba Revolucionaria y que acogió a miles de centro y sudamericanos en los años oscuros de las dictaduras militares en la región.

Ante la oleada de la denominada “restauración conservadora”, la elección de López Obrador es un respiro de alivio, una nota de esperanza y la confirmación de que no hay mal ni soledad que duren cien años, ni enfermo que los aguante.



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