Por: Roberto Morejón

El candidato victorioso en los comicios en México, Andrés Manuel López Obrador, cosechó respaldo popular para emprender el demandado cambio, incluyendo la economía, dado el descrédito de los políticos tradicionales y el neoliberalismo.

Con más de 30 puntos de ventaja sobre el contendiente más cercano, AMLO busca una transformación que NO solo privilegie, como hasta ahora, la macroeconomía.

El aspirante triunfador por la coalición Juntos Haremos Historia, pronosticó aumentar los gastos sociales, en contraposición a la línea neoliberal del PRI, Partido Revolucionario Institucional, del Jefe de Estado Enrique Peña Nieto.

López Obrador evolucionaría a México en los aspectos político, económico y social, aunque a diferencia de lo predicho por detractores, lo haría  gradualmente, sin transgredir la legalidad.

Según sus primeros discursos conciliadores y destinados a calmar los mercados, el próximo gobernante pondrá en práctica medidas estudiadas al calor de sus intensos recorridos por el país.

AMLO, quien gobernó Ciudad de México, se erige como la persona que supo encauzar el malestar de la mayoría de sus compatriotas contra la desigualdad, pobreza, corrupción y violencia.

En su agenda destaca el aumento de pensiones a adultos mayores, becas y cursos de capacitación para jóvenes sin vínculo escolar y laboral y atender a más de 50 millones de pobres, en un país que se ufana de su prosperidad.

Si bien AMLO es fustigador de la reforma energética implantada por Peña Nieto que abrió la explotación del petróleo a la inversión foránea, es probable que se abstenga de deshacer concesiones y solo revise contratos sospechosos.

Empeñado en cumplir su ofrecimiento de bajar su salario como presidente y elevar los de los empleados públicos, AMLO se ha apresurado a dialogar con los empresarios, una parte de los cuales lo rechazó anteriormente.

El candidato favorecido en las urnas reiteró que NO subirá impuestos, revisará la renegociación del Tratado de Libre Comercio de América del Norte y obtendría recursos mediante la austeridad y la lucha contra la corrupción, una posición que podría cautivar a empresarios.

Si bien estos últimos pueden ser el dolor de cabeza del próximo gobierno, las capas populares se inclinan por amparar al líder de la coalición MORENA.

Dibujado caprichosamente por sus censores como un exponente antisistema, AMLO se ha presentado NO obstante como un político sereno, cuidadoso, comunicativo y transparente.

Pero fue enfático en que el Estado dejará de ser un comité al servicio de una minoría y en su apoyo a los pobres. Si los llamados a beneficiarse de su gestión lo respaldan y sus contrarios NO le cierran el paso, México podría encauzarse con AMLO hacia un futuro de paz y justicia.