Por María Josefina Arce
Cuba volvió a hacerse sentir con fuerza en la ONU, donde el presidente Miguel Díaz Canel denunció las consecuencias para la humanidad de un orden económico internacional injusto, en el que el 0,7% más rico de la población puede apropiarse del 46% de toda la riqueza, mientras el 70% más pobre solo accede al 2,7% de la misma.
Como en su momento lo hicieron el líder histórico de la revolución cubana, Fidel Castro, el hoy primer secretario del Partido Comunista Raúl Castro y otros cubanos dignos, el actual mandatario de la Mayor de las Antillas habló en nombre de los más pobres, de los desposeídos, los que sufren un capitalismo que, subrayó, ha afianzado el colonialismo, es opuesto a la solidaridad y promueve el saqueo, amenaza a la paz y constituye el mayor peligro para el equilibrio del planeta.
Ejemplo de ello son los 3 460 millones de personas en el mundo que sobreviven en la pobreza; los 821 millones que padecen hambre; los 758 millones de analfabetos y los 844 millones que carecen de servicios básicos de agua potable.
Claras y precisas fueron las palabras del presidente cubano, quien reiteró la falta de voluntad de las naciones más ricas para resolver los problemas más acuciantes de la humanidad como el hambre, la pobreza y las consecuencias del cambio climático.
Y en ese sentido denunció que al mismo tiempo que se alega insuficiencia de fondos para cumplir los objetivos y metas de la Agenda 2030 o enfrentar el creciente impacto del cambio climático, los países desarrollados como Estados Unidos derrochan el dinero en armamentos cada vez más complejos, que representan una amenaza para la supervivencia de la humanidad.
Díaz Canel se refirió también a la amenaza que representa para todos, pero en especial para los países insulares el cambio climático, una realidad que a pesar de los constantes llamados de la comunidad científica internacional el actual presidente norteamericano, Donald Trump, se empeña en calificar como un engaño.
Al respecto el jefe de estado cubano subrayó la actitud irresponsable de Washington que se retiró del Acuerdo de París, con lo que se aleja y desconoce los esfuerzos por salvaguardar el mundo.
Las constantes amenazas de Donald Trump hacia las naciones latinoamericanas con gobiernos progresistas que trabajan por el bienestar de sus pueblos como Venezuela y Nicaragua también fueron condenadas por Cuba, que reiteró su solidaridad y apoyo a esos países hermanos y a toda causa justa en el mundo.
El discurso del presidente cubano, muy bien acogido por la Asamblea General de la ONU, fue una denuncia de los problemas que afectan al mundo actual por el egoísmo, la irresponsabilidad y falta de compromiso de las naciones más ricas, una situación que, manifestó, se ha mantenido a lo largo de las décadas.
Como bien afirmara Díaz Canel a su llegada a la ciudad estadounidense de Nueva York, el injusto e inhumano bloqueo impuesto desde hace más de medio siglo por Estados Unidos contra el pueblo cubano también fue denunciado ante el plenario de la Asamblea General.
“Se trata de una política cruel que castiga a las familias cubanas y a toda la nación, subrayó. Consiste en el sistema de sanciones económicas más abarcador y prolongado que se haya aplicado jamás contra país alguno. Ha constituido y sigue siendo un obstáculo fundamental al desarrollo del país y a la realización de las aspiraciones de progreso y bienestar de varias generaciones de cubanos, enfatizó el presidente de la nación caribeña.
Precisamente el venidero mes la Asamblea General de la ONU se pronunciará sobre un proyecto de resolución cubano sobre la necesidad de poner fin a esa hostil política, que por su carácter extraterritorial daña también la soberanía e intereses de terceras naciones.
Cuba, que reiteró su compromiso con la paz y la solidaridad internacional, volvió a dejar una profunda huella en la ONU, desde cuya tribuna desde el triunfo mismo de la revolución ha defendido los derechos de los más humildes, de los desposeídos de la tierra.
