EE.UU. no respetará derechos humanos de integrantes de caravana

Editado por Maite González Martínez
2018-11-01 10:15:19

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Por: Roberto Morejón

La política de tolerancia cero a la inmigración de Estados Unidos se reafirmó al levantar al país con un virtual estado de guerra ante la proximidad de miles de centroamericanos, fundamentalmente hondureños, a la frontera sur con México.

Sin importar las denuncias de que los caminantes huyen del desempleo, pobreza y violencia en su tierra natal, el presidente estadounidense, Donald Trump, enardeció su habitual lenguaje de odio en su catarata de twits y declaraciones a la televisión.

“No es una caravana, es un éxodo creado por el hambre y la muerte”, dijeron activistas vinculados con los actores participantes en este masivo y espontáneo desplazamiento a través de miles de kilómetros, donde los amenazaba la sed y el cansancio.

A contrapelo del derecho universal a emigrar reconocido públicamente por las instituciones del país norteño, el gobierno prometió detener a los integrantes del cortejo.

Además, los acusó de tener enfermedades como la viruela, a pesar de estar erradicada en el planeta.

Sin pruebas, la cadena FOX, plegada a Trump, sugirió que los extranjeros procedentes de Centroamérica podrían ser responsables de la mielitis flácida aguda padecida por algunos estadounidenses.

El arsenal de Trump para infamar a los migrantes que tratan de escapar de su realidad social apeló a la aberración.

Fue así que acusó a Venezuela de financiar la iniciativa e incluso afirmó que entre los marchistas hay ciudadanos del Medio Oriente, considerados terroristas según la liturgia del magnate republicano.

En sus manos figura también un manojo de alternativas extremas en su afán de impedir el ingreso de los expedicionarios.

EL Jefe de Estado movilizó a miles de efectivos militares al borde terrestre con México, un número aproximado a las fuerzas estadounidenses acantonadas en Irak.

Si lograran pasar algunos migrantes para pedir asilo, Trump dispuso acorralarlos en lo que llamó “ciudades de carpas” porque dijo NO estar dispuesto a gastar dinero en la construcción de infraestructuras sólidas para quienes, desde su óptica, son pandilleros y “personas muy malas”.

Como último recurso las órdenes son estrictas: los solicitantes de asilo deberán esperar años para que un juez atienda su petición y aguardarán en los reclusorios improvisados.

El desprecio y el racismo afloran en la carpeta de medidas preparadas por el gobierno de la nación más rica del mundo para recibir a los caminantes centroamericanos, cuyos derechos humanos parecen papeles mojados.



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