Nueva crisis ruso-ucraniana

Editado por Lorena Viñas Rodríguez
2018-11-28 09:41:29

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Foto: S3.

Por: Guillermo Alvarado

Una nueva crisis debutó el pasado domingo cuando la armada rusa detuvo por violación de su espacio marítimo a tres naves ucranianas, con todo y sus tripulaciones, que navegaban desde el puerto de Odessa, en el mar Negro, hacia el embarcadero de Mariúpul, en el de Azov.

Se trata de un episodio más en la pugna entre los dos países, que alcanzó uno de sus puntos más elevados en 2014 cuando un golpe de Estado apoyado por occidente depuso al entonces presidente ucraniano Viktor Yanukóvich, quien encontró refugio en Moscú, y en su lugar fue instalado Petró Poroshenko, un fuerte aliado de Washington y los sectores más a la derecha de la Unión Europea.

Ese mismo año la península de Crimea realizó un referendo y decidió incorporar su territorio al de Rusia, acción que fue considerada ilegal por Ucrania y quienes le apoyan, pero que Moscú considera que fue realizada en total apego a las leyes.

En mayo pasado se inauguró la primera parte de un puente de 19 kilómetros que une a Crimea con Rusia por encima del estrecho de Kerch, un pequeño brazo de agua que enlaza a los mares Negro y de Azov, lugar donde ocurrió el incidente.

Un comunicado ruso señala que los tres buques intentaron cruzar el estrecho de manera ilegal y por eso se recurrió a la fuerza para detenerlos. El texto indica que se trató de una provocación destinada a enrarecer el ambiente y provocar nuevas sanciones occidentales contra la nación euroasiática.

En esa zona funciona un sistema de permisos para el paso de los barcos que necesitan cruzar de un mar a otro, así como un horario establecido, lo que no fue respetado por los navíos ucranianos.

Konstantín Kosachov, jefe del comité de Asuntos Internacionales del Senado ruso, dijo que el objetivo final era acusar a su país por la respuesta a esta provocación y calificarla como una acción de guerra.

El caso es que, como si fuese un guión ya escrito, inmediatamente Ucrania declaró el estado de alerta máxima, Estados Unidos y la belicista Organización del Tratado del Atlántico Norte, se apresuraron a condenar a Rusia, en lugar de propiciar una investigación independiente destinada a determinar cómo ocurrieron los hechos.

Se trata de un incidente grave en un punto candente del planeta que podría tener consecuencias serias y que de alguna manera se engarza con acciones que Washington propicia en otros sitios, como el oriente medio y la región del Golfo Arábigo Pérsico, particularmente en contra de Irán.

También podría tratarse de una excusa para movilizar tropas de la OTAN hacia Ucrania con el pretexto de garantizar su seguridad ante fantasiosas “agresiones” rusas, un sueño de varias potencias occidentales.

Estados Unidos y sus aliados no se conforman con que la Federación Rusa se haya convertido en una potencia respetada e influyente y de allí la búsqueda constante de argumentos para justificar una agresión o mantener y profundizar la política de sanciones que buscan debilitar la economía y frenar el desarrollo en ese país.



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