Frontera de Estados Unidos: atracción fatal

Editado por Maite González Martínez
2019-01-10 09:22:31

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Foto archivo.

Por: Guillermo Alvarado

Durante el pasado año fiscal de Estados Unidos, que finalizó el 30 de septiembre de 2018, arribaron hasta la frontera con México un total de 521 mil 90 personas con el sueño de adentrarse en territorio norteño para escapar a la violencia y la pobreza que los azota en su país de origen.

Esto significa un incremento de más de cien mil migrantes respecto a igual período anterior y no incluye a los que formaron parte de las caravanas que comenzaron a partir en octubre desde el Triángulo Norte Centroamericano, es decir Honduras, El Salvador y Guatemala.

Lo más triste es que la inmensa mayoría de estos seres humanos vieron frustrado su deseo de conseguir una vida mejor, sea porque fueron detenidos y deportados por las patrullas fronterizas o, en el peor de los casos, porque murieron en el intento.

De acuerdo con una investigación realizada por la organización Proyecto Migrantes Perdidos, desde enero y hasta el 21 de diciembre perecieron en la línea de demarcación entre Estados Unidos y México casi 400 migrantes, de ellos 214 hombres, 20 mujeres, cuatro niños y 138 restos humanos de los que no se pudo establecer el género ni la edad debido al estado en que fueron hallados.

La cifra se refiere nada más a los que perecieron en su intento de cruzar la frontera y no toma en cuenta a quienes murieron durante el trayecto debido al agotamiento o actos criminales en su contra.

Tampoco incluye a los fallecidos entre el 21 y el 31 de diciembre de 2018 pues debido a la paralización parcial del gobierno estadounidense muchos servicios dejaron de funcionar, entre ellos el que lleva estas estadísticas.

El 24 de diciembre, por ejemplo, murió un niño guatemalteco cuando estaba bajo custodia de la patrulla fronteriza, segundo caso ocurrido en ese mes.

La situación humanitaria de los migrantes indocumentados empeoró en los últimos meses tras la aplicación de la política de tolerancia cero impuesta por el presidente Donald Trump, quien sigue obsesionado por la construcción de un muro a lo largo de los más de tres mil kilómetros de frontera con México.

Ahora el jefe de la Casa Blanca pretende disfrazar su xenofobia con una supuesta crisis de seguridad nacional en el sur de su país y acusa a los miembros del partido Demócrata en el Congreso de la situación.

Este miércoles una reunión entre el gobernante y líderes de esa formación política terminó en un total fracaso.

Nancy Pelosi, líder de la Cámara de Representantes, afirmó que lo que ocurre en la zona limítrofe no es un problema de seguridad nacional, sino una crisis humanitaria creada por el gobierno de Trump que requiere de otro tipo de medidas para resolverla.

En tanto cientos de miles de personas están atrapadas en este juego de poderes y para muchos la situación es extrema: no pueden avanzar hacia su objetivo, pero tampoco pueden darse el lujo de volver atrás porque lo poco que poseían lo invirtieron en este viaje hacia la nada, víctimas de un sueño falso, de una atracción fatal.



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