Por María Josefina Arce
De peligrosas y sumamente controvertidas pueden calificarse las decisiones que en política exterior ha tomado Donald Trump desde su llegada a la presidencia de Estados Unidos en 2017 y que representan una amenaza para la paz y estabilidad mundial.
La retirada del Tratado Nuclear con Irán, sus ataques contra Siria y su reconocimiento de Jerusalén como la capital de Israel vienen a añadir cierta incertidumbre al ya de por sí convulso panorama del Medio Oriente.
En América Latina el desconocimiento del legítimo gobierno de Venezuela y la posibilidad de una intervención miliar a esa nación sudamericana, así como el recrudecimiento de la política hostil contra Cuba también forman parte de su estrategia para la región, declarada zona de paz en 2014 por la CELAC, Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños.
A esto se suma que en los últimos días Trump anunció que suspenderá sus obligaciones en el marco del INF, Tratado de Fuerzas Nucleares de Alcance Intermedio, y comenzará el proceso de retirada.
Suscrito en 1987 entre Estados Unidos y Rusia, el acuerdo representaba un cierto freno a la carrera armamentista, aunque solo incluía los misiles con un alcance de entre 500 y cinco mil 500 kilómetros.
Horas después del anuncio norteamericano Moscú respondió con una medida equivalente, aunque el presidente ruso, Vladimir Putin, aseguró que no tiene intención de perseguir una escalada de las hostilidades.
La decisión estadounidense ha despertado la alarma en muchos. China afirmó que la salida unilateral de Estados Unidos del Tratado INF entrañaría una serie de graves consecuencias, mientras que Alemania llamó a la prudencia y pidió a Washington que reconsidere su posición.
Medios estadounidenses habían adelantado que Jhon Bolton, asesor de seguridad nacional de Trump, ha estado presionando al mandatario para salir del acuerdo, argumentando que Rusia lo ha estado violando al desarrollar un nuevo misil de crucero.
Igualmente han informado de las intenciones de Bolton de bloquear la extensión de otro tratado con Rusia, el New Start, que se firmó en 2010 y que expirará en 2021. El convenio se refiere a las armas estratégicas.
Bien conocidos por todos es Bolton, quien nunca ha ocultado su posición belicista para lograr los objetivos hegemónicos de Washington.
En el pasado fue uno de los promotores del falso argumento sobre la existencia de armas de destrucción masivo que llevaron a la invasión de Irak en 2003, y en el presente está a favor de declarar la guerra a Corea del Norte e Irán, además de atacar constantemente al gobierno de Venezuela.
Con esos asesores y la volubilidad de Trump nada bueno puede esperarse. La posibilidad de una nueva carrera armamentista está ahí, ante la política exterior del presidente que solo busca la primacía de Estados Unidos, sin importarle el peligro que representa para la paz y estabilidad internacional.
