Cumbre frustrada

Editado por Maite González Martínez
2019-03-01 08:28:30

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Foto tomada de www.eldia.com

Por: Guillermo Alvarado

Sin ninguna sorpresa la segunda cumbre de los presidentes de la República Popular Democrática de Corea, Kim Jong-Un, y de Estados Unidos, Donald Trump, finalizó de manera abrupta antes de abordar toda la agenda prevista y, por supuesto, sin la firma de ninguna declaración conjunta.

Al final se trató de una reunión sin mucha altura que no cumplió con las expectativas creada en la comunidad internacional, sobre todo porque el jefe de Estado norteamericano fue a tratar de imponer sus condiciones, el desarme nuclear de Pyongyang, sin escuchar ni proponer nada de lo que su contraparte considera indispensable para avanzar hacia un entendimiento mutuo.

Trump insistió en mantener una visión parcial de los problemas, al situar el programa atómico de Corea del Norte como el principal obstáculo y casi el único punto a tratar durante las negociaciones con su homólogo.

La realidad es mucho más amplia, al punto que, si se resuelven primero otros problemas de fondo, el tema de las armas estratégicas pasaría a un segundo plano o se diluiría por sí solo.

Para Corea del Norte hay tres asuntos a solucionar. El primero de ellos es el levantamiento inmediato y completo del sistema de sanciones que le imponen Estados Unidos y la ONU que le privan de sus ingresos, obstaculizan su desarrollo económico y son causa de sufrimientos y penurias para el pueblo.

De hecho, la mención de esta exigencia fue la causa del disgusto que levantó a Trump de la mesa de conversaciones y puso fin a la cita.

El segundo punto vital para el país asiático es la firma de un acuerdo de paz que ponga fin definitivamente a la guerra de 1951 a 1953, concluida con un armisticio pero sin la rúbrica de un tratado donde se garantice con claridad que la RPDC no sería de nuevo objeto de una agresión militar.

Trump coqueteó antes de la reunión en Hanói, capital de Vietnam, con la posibilidad de que este acuerdo se podría firmar, pero nunca tuvo la intención de hacerlo.

Tercero, y no por ello menos importante, es la retirada de todos los militares estadounidenses y el desmantelamiento de las bases ubicadas en territorio de Corea del Sur, una condición indispensable para poner fin a las tensiones en la península.

Como dije en anterior comentario, resueltos estos tres problemas el tema del armamento nuclear sería más que todo una formalidad porque habiéndose consolidado la paz y abiertos todos los senderos para una reunificación mutuamente beneficiosa, los arsenales resultarían irrelevantes y su destrucción estaría garantizada.

Como se puede ver, la pelota todo el tiempo ha estado en el campo estadounidense y sería a Washington a quien correspondería hacer los movimientos apropiados porque es, en definitiva, la potencia extranjera que desestabiliza la región.

La división de la península de Corea en dos repúblicas es un resultado neto de la guerra fría y de los intentos de Estados Unidos por apropiarse del mundo tras la II Guerra Mundial, una política irracional que debe cesar porque mantiene a la humanidad al borde del desastre.



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