La tragedia americana de los suicidios de veteranos

Editado por Lorena Viñas Rodríguez
2019-03-08 08:47:41

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Foto: Archivo.

Por: Roberto Morejón

Los recortes en Estados Unidos dada la austeridad en los gastos públicos del presidente Donald Trump ahondaron la crisis de los veteranos de guerra, con altos índices de suicidios.

Un problema agravado por las recurrentes expediciones militares estadounidenses en el exterior obligó al magnate inmobiliario a buscar paliativos.

Con fanfarria, Trump orientó crear una comisión para hallar subsidios destinados a programas sociales en beneficio de los veteranos de lides bélicas.

Aclaremos que en esa denominación también figuran los militares jóvenes enviados a invasiones como las de Irak y Afganistán, por donde pasaron dos coma seis millones de estadounidenses.

La potencia armada también se empantanó en Vietnam desde los años 60 hasta mil 975.

Los más longevos y los más jóvenes se han expuesto a conmociones propias de los campos de batalla o al regreso a casa, donde comúnmente los médicos les diagnostican estrés postraumático.

Sin embargo, expertos hablan a menudo de que a ese padecimiento debe sumársele el sentimiento de culpabilidad por los desmanes cometidos. 
Por una o varias razones en promedio mueren por suicidio unos 20 veteranos de guerra estadounidenses al día, casi el doble de la tasa en la población general.

Los estudios revelan que de esas dos decenas 14 NO estaban bajo la atención médica de la Administración de Veteranos.

En resumen, cerca de seis mil ex soldados y oficiales de la primera potencia del planeta se suicidan anualmente.

De ahí el imperativo de atender directamente el problema, abordarlo con sensibilidad y destinar recursos para solventar requerimientos de los efectivos que irrumpieron en conflagraciones.

Pero un informe de la GAO, siglas en inglés de la Oficina de Responsabilidad del Gobierno, dado a conocer en noviembre pasado determinó que las políticas de prevención del suicidio entre veteranos fueron virtualmente suspendidas desde la asunción de Trump.

Con los recortes de gastos impuestos por él, varias agencias  gubernamentales abandonaron proyectos y disminuyeron las publicaciones en redes sociales y anuncios sobre los servicios públicos para los ex beligerantes.

El fenómeno adquirió entonces ribetes insospechados y el gobernante de la rica nación tuvo que enfrentar la crisis y hasta llegó a calificar la epidemia de inmolaciones como “una tragedia de proporciones asombrosas”, pero rehuyó profundizar en las reales causas.

Menor gravedad tuviera el problema si Trump no hubiera recortado recursos para atender a ex combatientes y, sobre todo, si Estados Unidos abandonara su política aventurera en el mundo, aunque bajo esta administración esa hipótesis parece remota.



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