Por: Roberto Morejón

Angola emprendió una política audaz para captar inversiones extranjeras, a fin de afrontar los desafíos de un aparato productivo frágil, como herencia de la guerra, y la caída de los precios del petróleo.

El país africano atrajo cerca de 16 mil millones de dólares en inversiones directas entre 2014 y 2015 y los cálculos apuntan hacia una llegada importante posterior.

A fin de conseguir los montos trabaja la Agencia para la Promoción de Inversión y Exportaciones de Angola, encargada igualmente de promover las inmensas potencialidades del territorio nacional, rico en recursos hídricos y suelos fértiles.

También el gobierno le otorga relieve a la Ley de Inversión Privada sancionada en 2015 para respaldar un mercado diverso de bienes y servicios.

De acuerdo con los dirigentes angolanos encabezados por el presidente Joao Lourenzo, la nación del líder Agostinho Neto apuesta por la creación de una base empresarial sólida, con apoyo a los emprendedores locales y las compañías foráneas.

Los empresarios elogian las facilidades otorgadas por Luanda al otorgamiento de visas a hombres de negocios y técnicos extranjeros.

Desde el punto de vista del gobierno, Angola requería negociar un préstamo del Fondo Monetario Internacional, conseguido a la postre por casi 4 mil millones de dólares.

También resultó llamativo el gesto de normalizar los nexos económicos con la antigua metrópoli, Portugal.

La negociación fue ineludible después de conflictos en la banca y la justicia, agudizados por las dificultades financieras de Angola por el desplome de los ingresos de sus exportaciones petroleras.

Ahora bien, el énfasis de Angola en las inversiones desde el exterior contrasta con los escuálidos resultados de África en la materia.

Un informe de la UNCTAD, Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo, precisa que los flujos de inversión extranjera directa hacia el llamado continente negro se redujeron marcadamente en 2017, cuando declinaron 21 por ciento con respecto al año anterior.

Angola se propone captar los ingresos que otros NO han obtenido y diversificarse más allá del petróleo.

Como se sabe, el hidrocarburo endosa casi 70 por ciento de los ingresos que calzan el Producto Interno Bruto, pero los precios tuvieron tendencia a la baja hasta 2017, cuando volvieron a ascender levemente.

Para Angola NO quedaba otra alternativa que apelar a la agroindustria, minería, turismo y la pesca, por los mil 600 kilómetros de costa, convertidos en los sectores estrella del presente, como parte de un sistema donde las leyes de mercado se imponen.

Por esa vía aspiran los dirigentes angolanos a revertir altos índices de desempleo y desigualdad y acopiar presupuestos esenciales destinados a servicios básicos para la población.