Por: María Josefina Arce

Lo lógico es que Estados Unidos hubiera aprendido en todas estas décadas de la humillante derrota que le propinó a sus mercenarios un pequeño país hace 58 años en Playa Girón, o de que por fin entendiera que su bloqueo económico, comercial y financiero contra Cuba no ha logrado sus objetivos de rendir a sus más de once millones de habitantes.

Un cerco que por el contrario, lo ha llevado al aislamiento internacional en la Asamblea General de la ONU, donde cada año desde 1992 la mayoría de las naciones miembros lo condenan y reclaman su levantamiento por constituir una violación del derecho internacional.

Pero como siempre ha podido más la prepotencia de una nación que se cree con el derecho de dictar a su antojo cómo debe funcionar el mundo para favorecer sus intereses, a los que no convienen gobiernos progresistas y revolucionarios como el de Cuba, Venezuela y Nicaragua.

Suspendida su ejecución desde 1996, el controvertido artículo III de la Ley Helms-Burton acaba de se activado por la administración del presidente Donald Tump, en una nueva acción de chantaje y presión contra la Mayor de las Antillas, a la que acusa ahora de apoyar al constitucional gobierno del presidente venezolano, Nicolás Maduro.

En reiteradas ocasiones Cuba ha manifestado su respaldo al pueblo de Venezuela ante las constantes acciones agresivas de Estados Unidos y sus aliados. Pero los cubanos no interfieren en los asuntos internos de la nación sudamericana, solo brindan su apoyo solidario con médicos y otros profesionales de diversas esferas como educación.

La activación del artículo III, que permite iniciar demandas en cortes federales por propiedades nacionalizadas con total apego a la ley, por el gobierno cubano, ha venido acompañada por otras sanciones.

En Miami, refugio de la ultraderecha cubana, el asesor de Seguridad Nacional John Bolton anunció que el envío de remesas de Estados Unidos a Cuba se limitará a mil dólares cada trimestre y se restringirán aún más los viajes por razones no familiares de estadounidenses al archipiélago, que ya por el bloqueo no pueden visitarnos como turistas.

También se prohibirán las transacciones financieras directas con las empresas que manejan las fuerzas armadas y los servicios de seguridad cubanos, como la aerolínea Aerogaviota, así como sanciones a empresas y buques que lleven petróleo a Cuba.

La respuesta internacional no se hizo esperar. Canadá, Francia, España, Gran Bretaña y otros países con grandes inversiones en Cuba han manifestado su rechazo a la ley.

Asimismo han manifestado que presentarán una demanda ante la Organización Mundial de Comercio en caso de que Washington intente interferir con los vínculos comerciales entre Cuba y alguna otra nación soberana.

Los cubanos seguiremos trabajando, buscando soluciones ante los obstáculos que impone la política hostil norteamericana y sobre todo, defendiendo nuestra soberanía, pues como expresara el presidente Miguel Díaz Canel “nadie nos va a arrebatar, ni por seducción, ni por la fuerza la Patria que los padres nos ganaron de pie...”