Crece calvario de migrantes

Editado por Maite González Martínez
2019-05-20 09:36:25

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“No se pongan cómodos, van a marcharse pronto” advierte a Trump ilegales

Por: Guillermo Alvarado

El presidente de Estados Unidos, el magnate inmobiliario Donald Trump, lanzó una nueva amenaza contra los migrantes indocumentados que lograron cruzar la frontera e ingresar a territorio norteño, a quienes recomendó “no ponerse cómodos”, porque pronto serán expulsados.

La advertencia parece ir más bien dirigida a quienes están en camino rumbo a aquel país, y no hacia los que ya arribaron y con su mano de obra barata, casi esclava, mantienen en funcionamiento parte de la economía, sobre todo aquella que no les interesa a los trabajadores locales.

Ni siquiera Trump se atrevería a desatar la ira de granjeros y otros empresarios que obtienen buenas ganancias gracias a la explotación de los casi once millones de personas sin papeles que habitan en Estados Unidos.

Otra historia son quienes emprendieron un viaje casi imposible hacia el paraíso capitalista y que están atrapados en dos trampas diabólicas en ambos extremos del territorio mexicano, devenido embudo o muro de contención para sus sueños.

En el norte son decenas de miles los que aguardan con desesperación la oportunidad de presentar su solicitud de asilo, que las autoridades de Estados Unidos demoran con malevolencia y reducen a unos pocos casos cada día.

Ciudad Juárez, que antes era considerada como una especie de “sala de espera” para quienes ya habían entregado su documentación, ahora es un atolladero que ha rebasado todas las capacidades de organizaciones humanitarias y los escasos refugios creados por la administración pública.

Pero la situación en el sur no es para nada mejor. Las oleadas de centroamericanos y personas de otros países ya no son recibidas con fanfarrias, banderas y discursos, sino con una práctica migratoria diseñada para no dejarlos cruzar ese territorio.

El estado de Chiapas se ha convertido en una frontera más y son miles los que están atascados en la ciudad de Tapachula, a pocos kilómetros de la frontera con Guatemala, donde las enormes instalaciones de la Feria Iberoamericana se han convertido en un campamento de desesperados.

Los que logran pasar de esa urbe, van encontrando nuevos obstáculos a medida que avanzan. El alcalde de Huixtla, por ejemplo, prohibió su ingreso o acampada en suelo de ese municipio.

La última ciudad chiapaneca, Arriaga, a casi 300 kilómetros de la frontera, de donde parte el tren de carga hacia la capital, conocido como “La Bestia”, está ahora fuertemente vigilada por la policía y ya no es una esperanza para salir de ese estado mexicano.

A pesar de todas las dificultades, el número migrantes crece por días, impulsados por motores que tampoco se detienen, como el hambre, el miedo y la pobreza, azotes que los expulsan de su lugar de origen.



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