Una visita para olvidar

Editado por Maite González Martínez
2019-06-05 10:36:20

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Protesta en Londres contra la visita de Donald Trump. Foto/ El Comercio.

Por: Guillermo Alvarado

Con la sutileza propia de un rinoceronte en una cristalería, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, ha convertido su visita al Reino Unido en un claro ejemplo de lo que no debe hacer un gobernante cuando es huésped en otra nación, sobre todo si ésta atraviesa por un período de turbulencias políticas de oscuro porvenir.

El inquilino de la Casa Blanca no desilusionó a quienes esperaban sus habituales metidas de pata, que comenzaron aún antes de tocar suelo británico el lunes. Ya desde su avión emitió duras críticas contra el alcalde de Londres, Sadiq Kahn, el primer musulmán que ocupa el más alto cargo en la capital británica.

Un día antes Kahn comparó el lenguaje de Trump con el de los fascistas del siglo XX y criticó a la realeza por “extenderle una alfombra roja” al magnate.

Ya metido en rumbo de colisión, el presidente estadounidense arremetió también contra la ex actriz Meghan Merkle, esposa del príncipe Harry, el menor de los hijos de Lady Diana, lo que provocó que parte de la familia real le hiciese el vacío durante la recepción y cena en el palacio de Buckingham.

Con su habitual estilo grotesco, se metió en asuntos internos de esa nación al demandar la salida sin acuerdos de la Unión Europea, el llamado Brexit duro, y se prodigó en elogios hacia el polémico Boris Johnson a quien favorece como futuro primer ministro, y señaló sus “buenas relaciones” con el extremista Nigel Farage.

Trump prometió que tras la consumación del brexit negociará un acuerdo comercial con el Reino Unido y se pintó como el mejor aliado que podría tener ese país una vez “rotas sus cadenas” con el bloque continental.

Durante su reunión el martes con Theresa May se hizo el despistado y le deseó que todavía estuviese en el cargo a la hora de firmar el hipotético pacto, sabiendo bien que el próximo viernes deja la vida política y se queda a la espera del nombramiento de un nuevo primer ministro para entregarle el cargo.

Entre reunión y reunión, se dio tiempo para cuestionar la autorización británica para que el gigante informático chino Huawei participe en la construcción allí de la red de quinta generación, la G5, en la cual la firma del país oriental está muy adelantada respecto a sus iguales europeos y estadounidenses.

También criticó el Servicio Nacional de Salud, uno de los sistemas más queridos en el Reino Unido a pesar de los problemas que tiene en la actualidad.

Trump calificó de mentiras las noticias sobre las multitudinarias manifestaciones de protesta por su visita y habrá que ver cómo se las arregla para explicar las imágenes de miles de personas que lo condenaron por racista, xenófobo y misógino.

Los actos oficiales del magnate presidente terminaron este miércoles con su presencia en Portsmouth en la conmemoración del aniversario 75 del desembarco de Normandía, pero el sabor que deja a sus anfitriones es más agrio que dulce y les puede servir de aviso sobre lo que podría ocurrir al abandonar la Unión Europea si caen en los brazos de su “mejor aliado”. Harían bien en recordar que, con amigos así, para nada necesitarán enemigos.



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