Otro punto para las abuelas

Editado por Maite González Martínez
2019-06-12 08:33:09

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La asociación no dio detalles y adelantó que este jueves se realizará una conferencia de prensa, en la que participará el protagonista.

Por: Guillermo Alvarado

La organización humanitaria argentina Abuelas de Plaza de Mayo anunció el descubrimiento del nieto número 130, de los más de 500 que se supone fueron robados por miembros del ejército durante la dictadura militar que ensombreció al país austral entre marzo de 1976 y diciembre de 1983.

Durante ese período se estableció un férreo terrorismo de Estado con el apoyo del régimen fascista de Augusto Pinochet, en Chile, así como los golpistas en Uruguay y el apoyo, financiamiento y coordinación de Estados Unidos por medio de la infame Operación Cóndor.

Ese sistema funcionó bajo la doctrina de que a los opositores, calificados todos por igual de comunistas, había que eliminarlos y borrar las huellas de su descendencia para evitar que se les transmitiera esa ideología.

Fue una versión sudamericana del sistema aplicado por los militares centroamericanos, de que es más fácil matar a un guerrillero cuando está en el vientre de la madre, por lo que procedían a eliminar a la mujer con su fruto adentro.

Los argentinos llevaron estas ideas hasta un macabro sentido del refinamiento, pues cuando una fémina embarazada era capturada por militar o simpatizar con la izquierda, se le mantenía con vida hasta tanto daba a luz. Luego la ejecutaban y se quedaban con el bebé como una especie de botín de guerra, que podía ser vendido para una adopción ilegal, o simplemente entregado a oficiales superiores o familias ricas sin hijos.

Aún en plena dictadura, en 1977, un grupo de padres, abuelos y otros familiares cuyos hijos fueron desaparecidos por el régimen, decidieron asociarse para exigir justicia y verdad sobre estos casos.

Nacieron así las Madres de Plaza de Mayo, nombre surgido del lugar donde semanalmente realizaban su protesta en la capital argentina, y casi al mismo tiempo apareció otra organización denominada al principio como Abuelas Argentinas con Nietitos Desaparecidos, pero que terminó aceptando la denominación popular de Abuelas de Plaza de Mayo.

Tildadas de locas por la dictadura y ante la indiferencia de muchos sectores de la sociedad, incluida la iglesia, su tenaz y valiente trabajo logró su primer éxito cuando el periodista Robert Cox publicó en noviembre de 1977 una carta donde denunciaban que en Argentina había bebés desaparecidos.

El 31 de julio de 1979, junto a la organización CLAMOR, descubrieron a los dos primeros niños, uno argentino y otro uruguayo, que fueron sustraídos por militares y trasladados a Chile, para abandonarlos luego en una plaza en Valparaíso, donde una familia local los adoptó de buena fe.

Hasta ahora van 130 los bebés recuperados, los últimos ya convertidos en adultos, en una lucha que ha consumido enormes energías y atraído la atención mundial.

Devolver a los niños su identidad e incorporarlos a sus familias biológicas es un mérito que no tiene precio y pone un paño de alivio sobre estos crímenes monstruosos, cuyos autores, materiales e intelectuales, todavía no reciben el merecido castigo.



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