Guatemaltecos van a las urnas

Editado por Lorena Viñas Rodríguez
2019-06-15 07:29:42

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Foto: Archivo.

Por: Guillermo Alvarado

Ocho millones de guatemaltecos, menos de la mitad del total de habitantes del país centroamericano, están llamados a las urnas este domingo para elegir a presidente, vicepresidente, diputados, miembros del Parlamento Centroamericano y alcaldes en todos los municipios, en un ambiente marcado por la incertidumbre y la apatía.

Un total de 20 binomios se presentan para la primera magistratura, una clara muestra de la atomización de la clase política, un fenómeno que afecta tanto a las formaciones de derecha como de izquierda.

Denuncias, descalificaciones, insultos y mentiras caracterizaron la campaña electoral, cosa que resulta habitual en una sociedad con escasa cultura política y un endeble sistema de partidos políticos que nacen, crecen y desaparecen con pasmosa celeridad.

Del total de aspirantes a la presidencia, dos son mujeres con una visión totalmente diferente del país y la población. Una de ellas, favorita en varias encuestas de intención de voto es Sandra Torres, del partido Unión Nacional de la Esperanza, UNE, que ya gobernó entre 2008 y 2012 de la mano de Álvaro Colom, exesposo de la ahora candidata.

Contra Torres pesan varios procesos judiciales por corrupción y financiamiento ilícito para su partido, que quedaron congelados cuando el Tribunal Supremo Electoral aceptó inscribirla a pesar de los cuestionamientos legales hacia ella.

Aunque hay una fuerte campaña contra su candidatura, diversos sondeos de opinión la mantienen en primer lugar para la primera vuelta seguida por dos o tres contendientes, algunos también vinculados a malas prácticas.

Por otra parte, en las últimas semanas ha cobrado protagonismo la candidatura de la líder indígena Thelma Cabrera, propuesta por el Movimiento de Liberación de los Pueblos, que tiene como ejes de su proyecto de gobierno proclamar a Guatemala como un Estado plurinacional y nacionalizar empresas y recursos públicos.

Cabrera ha sido víctima de numerosas maniobras, entre ellas el silencio hecho sobre su campaña por la prensa nacional, que prácticamente la ha ignorado cuando no es para insultarla o denigrarla por ser mujer, indígena y pobre.

Desafortunadamente la izquierda ha insistido en presentarse fragmentada, y hasta a veces enfrentada entre sí, lo que minimiza sus posibilidades de hacer un buen papel, al menos con una elevada cifra de alcaldías y diputaciones.

Múltiples son los llamados para impedir la reelección en gobiernos municipales y el Congreso, donde está permitida por la Constitución, no así en la presidencia.

En realidad el recinto legislativo es la institución más desprestigiada en Guatemala, donde en los últimos años casi no han salido leyes de beneficio popular, pero si para garantizar los privilegios desorbitados de los diputados.

Como está previsto, este domingo ninguno de los aspirantes a la presidencia se acercará ni siquiera de lejos a la mitad de los votos más uno, por lo que el desenlace ocurrirá en una segunda vuelta disputada por los dos con mejor resultado, que está programada para el próximo 11 de agosto.

A menos que ocurra una sorpresa grande, todo indica que este proceso pasará sin pena ni gloria, o acaso con más penas todavía, en un país con 17 millones de habitantes, la mitad de ellos indígenas sometidos en pleno siglo XXI a un cruel racismo, explotación y pobreza.



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