Por: Guillermo Alvarado

Abatido por la crisis financiera que azota al país, el presidente Mauricio Macri hace esfuerzos por salvar los muebles de cara a los comicios de octubre, aunque ello implique dar marcha atrás a medidas que fueron el hilo conductor de su gobierno y abandonar el tono prepotente que lo ha caracterizado.

Cuando entró a la Casa Rosada, sede del Ejecutivo en Buenos Aires, acusó a sus antecesores, Nestor Kirchner y Cristina Fernández de Kirchner, de lo que consideró una parálisis de la economía debido al estricto control de cambios y de movimiento de capitales y los subsidios otorgados a los sectores más pobres.

Aunque hubo voces que lo alertaron, se lanzó de cabeza contra estas políticas, decretó la libre paridad del peso argentino frente al dólar estadounidense, permitió la importación y exportación de capitales, eliminó subsidios para servicios básicos y despidió a decenas de miles de empleados públicos.

El embate neoliberal creó una legión de pobres y desempleados, pero no mejoró notablemente la economía. La moneda comenzó a caer en los mercados de divisas hasta cruzar límites históricos y la inflación partió al alza, seguida muy de cerca por el costo de la vida.

Ciego ante sus errores, cometió otro quizás más grave al negociar un crédito en términos muy onerosos con el Fondo Monetario Internacional, el FMI, que retomó gustoso las riendas de la economía argentina a cambio de ir liberando poco a poco las cuotas del préstamo.

Al final del día, luego del fracaso en las elecciones Primarias, Abiertas, Simultáneas y Obligatorias, Macri tuvo que reconocer que la crisis está fuera de control y que el país no tiene recursos para pagar lo que le debe al Fondo.

Como todavía sueña con la reelección, pensó que sería una buena idea dar dos pasos atrás, así que desde el 1 de septiembre restableció un moderado control de cambios, restringió de alguna manera los movimientos de capitales y advirtió al gran sector exportador que aplicará nuevos impuestos.

Ni más ni menos que aquello que tanto criticó al Peronismo cuando ganó la presidencia. Más aún, no hace muchas horas sorprendió con un llamado a sus seguidores a que moderen su lenguaje hacia el Frente con Todos, del binomio Alfonso y Cristina Fernández.

El problema es que a estas alturas, la modestia no le queda bien porque se parece mucho al oportunismo. La misma prensa de derecha le está dando palos al presidente con la publicación de encuestas muy duras contra su gestión.

Así, el medio conservador Infobae, para nada sospechoso de apoyar al Frente con Todos, al kirchnerismo, o peronismo, como usted quiera, divulgo un sondeo donde el 53 por ciento de los entrevistados culpó a Macri por la crisis y sólo el 14,9 nombró a Alberto Fernández.

Respecto a la intención de voto para octubre, el 55,1 lo haría por la dupla Fernández-Fernández y 32,5 por Macri-Pichetto. Esto me recuerda mucho un viejo programa argentino de televisión titulado “Cosa juzgada”, un nombre apropiado, ¿no creen?