Por: Guillermo Alvarado

Con la sabiduría que caracteriza a los pueblos, aún antes de conocerse los resultados preliminares de las elecciones presidenciales en Argentina, una multitud comenzó a llenar las calles y avenidas más céntricas de Buenos Aires para saludar la victoria de Alberto Fernández y Cristina Fernández de Kirchner.

Muchas razones hay para el júbilo pues las urnas confirmaron en esa nación lo que los levantamientos de Ecuador y Chile, la crisis política de Perú y la reelección de Evo Morales en Bolivia venían anunciando, que la “restauración conservadora” fue un pasaje oscuro pero efímero para nuestros pueblos.

Con más del 97 por ciento escrutado, la fórmula Fernández-Fernández se alzo con la victoria en primera vuelta con 48,10 puntos.

La diferencia entre los dos principales candidatos fue de 8 puntos y si bien no tuvo la contundencia que anunciaban la mayoría de encuestas, fue suficiente para mandar al pasado a Mauricio Macri, cuya administración dejó una estela de pobreza, hambre, desempleo, endeudamiento y crisis financiera.

El inepto manejo de la economía se tradujo en un año de recesión, el costo de la vida subió indetenible, empujado por el cese de los subsidios a servicios como el trasporte, la energía eléctrica, los combustibles y el agua, así como despidos masivos en el sector público.

La moneda nacional, el peso, cayó en picada y ni siquiera el oneroso préstamo de 57 mil millones de dólares contratado con el FMI, logró contener la debacle del mercado cambiario.

Fue importante también la victoria de Axel Kicillof, quien con más del 52 por ciento de los votos arrebató la gobernación de la provincia de Buenos Aires a María Eugenia Vidal, una entusiasta seguidora de Macri y del neoliberalismo.

A nivel regional se comienza a registrar un cambio de rumbo favorable a los proyectos de integración, cooperación y solidaridad entre naciones que comparten una misma herencia histórica y cultural.

Aquellos que apostaron por la desunión y la hegemonía estadounidense sobre todo el continente tropezaron con la oposición de sus pueblos y comienzan a marcharse, y los pocos que van quedando están cada vez más solos y quizás están sacando ya las cuentas de lo que les pueda deparar el futuro.

Se trata, amigos, de eventos que requerirán por supuesto de análisis más detallados, sobre todo a medida en que se vayan conociendo otros datos de importancia, entre ellos cuál será la futura composición del Congreso y el Senado argentinos, de lo cual prometo que hablaremos en futuros comentarios. Hasta entonces.