Impeachment a Trump: ¿Un juego de tronos?

Editado por Maite González Martínez
2019-12-06 07:47:14

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Imagen ilustrativa. (Foto/archivo)

Por: Guillermo Alvarado

Donald Trump camina a pasos acelerados a convertirse en el tercer presidente de Estados Unidos, y primero del partido Republicano, en ser sometido a un juicio político por el Congreso debido a faltas graves cometidas contra la seguridad nacional y la Carta Magna del país norteño.

El primer informe elaborado por una comisión de la Cámara de Representantes concluyó que el jefe de la Casa Blanca abusó de su poder ejecutivo con fines personales, además de ordenar una obstrucción sin precedentes al proceso de investigación previo al impeachment por el escándalo ucraniano.

Como se conoce, a Trump se le acusa de ejercer presiones y chantajear al presidente de Ucrania, Volodomir Zelenski, para que investigara un supuesto acto de corrupción cometido en ese país por un hijo del antiguo vicepresidente Joe Biden, con el fin de sacar a este último de la carrera electoral.

De confirmarse esto, sería una falta muy grave que compromete la seguridad nacional de los Estados Unidos al utilizar a un gobierno extranjero para alterar el curso del proceso electoral que tendrá lugar en noviembre de 2020.

Las denuncias, ahora en investigación, indican que el magnate usó un paquete multimillonario de ayuda militar a Ucrania como arma para conseguir que la administración de Zelenski abra de nuevo el expediente contra Hunter Biden y manchar así la imagen del padre, que se perfila como principal contendiente por la nominación del partido Demócrata a los comicios presidenciales.

Hasta ahora solo dos gobernantes estadounidenses, ambos de la formación demócrata, fueron sometidos a juicio político por faltas graves, el primero fue Andrew Johnson, en 1868, y el segundo William Clinton, en 1998. Ambos fueron absueltos y finalizaron su período en la Casa Blanca.

En 1974 el Congreso preparaba el expediente de impeachment contra Richard Nixon por el escándalo Watergate, pero este presentó su renuncia al cargo.

Es indiscutible que este tipo de proceso, más que un asunto judicial o jurídico, es una trama política donde están en juego los intereses de sectores poderosos de uno u otro bando, es decir republicanos y demócratas.

Trump intenta descalificar a Joe Biden, no porque le interese combatir la corrupción, ni mucho menos, sino para quitarse a un rival de peso en los comicios presidenciales.

A su vez, el partido Demócrata trata de llevar al magnate a un juicio político no por una cuestión de patriotismo sino para favorecer a su candidato a la Casa Blanca, sea el que sea.

Razones para enjuiciar al presidente había casi desde los primeros días de su gestión, cuando insultó a vecinos, aliados y amigos, dijo torrentes de mentiras y puso en riesgo la posición de su país en el ámbito internacional. Se intenta hacer ahora porque conviene en el calendario electoral.

Los demócratas saben de sobra que será muy difícil sacarlo del cargo porque los republicanos tienen mayoría en el Senado, que es donde se decidirá al respecto y no es creíble que vayan a suicidarse como partido echando a su propio presidente. No obstante continuarán con el juicio para tirarle lodo mientras dure el proceso. Un claro ejemplo de cómo son las cosas en la democracia al estilo norteamericano.



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