Por: Guillermo Alvarado

Un estudio académico independiente demostró esta semana que el informe de la Organización de Estados Americanos, OEA, sobre un supuesto fraude en las elecciones de Bolivia de octubre del año pasado contiene datos incorrectos y se basa en métodos estadísticos inapropiados.

Ya con anterioridad investigadores del Instituto Tecnológico de Massachusetts, Estados Unidos, cuestionaron la validez de los reportes de la organización continental, más conocida como “ministerio de Colonias de Estados Unidos”.

Las informaciones de la OEA sirvieron de excusa a la derecha y el ejército para perpetrar un sangriento golpe de Estado contra el presidente Evo Morales y poner en práctica un programa de persecución, detenciones arbitrarias y ejecuciones extrajudiciales contra miembros del Movimiento al Socialismo.

El nuevo estudio lo realizaron la experta en política latinoamericana de la Universidad de Pennsylvania, Dorothy Cronick; el economista Francisco Rodríguez; y el especialista en métodos estadísticos avanzados, Nicolás Idrobo.

Rodríguez señaló que cuando se corrigen los problemas estadísticos, los resultados de la OEA desaparecen y no hay evidencia de fraude.

Tras conocer el documento, el Grupo de Puebla exigió a la organización que declare válidos los comicios presidenciales de Bolivia y se reinstale en el poder a Morales.

Estos no son los únicos truenos que caen sobre la desprestigiada entidad, pues son numerosas las voces que reclaman por su silencio ante el asesinato del ciudadano afroestadounidense George Floyd a manos de un policía blanco, así como la represión contra las protestas por este crimen.

Fuera de un tímido comunicado conjunto con la ONU criticando las presiones contra periodistas que cubrían las marchas, hasta ahora la OEA ha guardado un ominoso silencio por lo que está ocurriendo en Estados Unidos.

Para nada hemos escuchado la gritería de Luis Almagro exigiendo que se aplique la Carta Democrática contra Washington, o que se organice una intervención “humanitaria” para proteger al pueblo estadounidense.

Ni siquiera ha convocado a una reunión urgente para analizar las violaciones a las garantías fundamentales perpetradas por el gobierno de Donald Trump, que amenazó con sacar al ejército de los cuarteles para atacar a sus propios ciudadanos.

Almagro no morderá la mano que lo está alimentando, por lo menos no mientras le tiren un plato de comida. Después, ¿quién sabe?