La brecha inmunitaria

Editado por Maite González Martínez
2020-06-16 07:33:49

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Imagen/BBC

Por: Guillemo Alvarado

Se ha hablado mucho sobre si la actual pandemia de Covid-19, que pronto llegará a los ocho millones de infectados y medio millón de fallecidos, podría hacer cambiar los egoístas modelos económicos y sociales imperantes en la mayor parte del mundo, pero todo indica que se trata de esperanzas vanas.

Aún en medio del coletazo fuerte de la enfermedad y con la perspectiva de la peor recesión económica de los últimos 90 años, los países ricos buscan la manera de protegerse dejando a su merced a aquellos que de manera eufemística denominan “en vías de desarrollo”, es decir pobres.

Nada lo ilustra mejor que el tema de las vacunas contra el SARS-CoV-2 las cuales podrían poner fin a la acelerada cadena de contagios.

Se conoció que varios países europeos han firmado contratos por montos millonarios con la corporación británica AstraZeneca para acelerar las investigaciones que lleven a tener listo el preparado a finales de este año, o principios del próximo.

También Estados Unidos, en cooperación con Johnson & Johnson, hizo una oferta por mil 200 millones de dólares a esa misma firma, aparte de los que contrató con la francesa Sanofi, siempre con el ánimo de que el antídoto esté finalizado lo más rápido posible.

Pero no se alegren amigos. A diferencia de la generosa oferta de China de que pondrá a disposición del mundo una eventual vacuna, humanitario concepto que comparte con Cuba que no dudó en aportar sus avances científicos y personal calificado al combate a la Covid-19, esto es un caso muy diferente.

No se trata para nada de inversiones hechas para salvar a la humanidad, sino a la población de los países que las realizan.

La Unión Europea busca garantizarse 400 millones de dosis, cifra casi similar a la de sus habitantes. Estados Unidos espera tener prioridad en todo y firmó con AstraZeneca para que las pruebas se hagan en 30 mil de sus ciudadanos y luego se le entreguen 300 millones de vacunas.

Para los demás, el panorama es sombrío. El Premio Nobel de Economía 2019, Michael Kremer, advirtió que América Latina y otras zonas del mundo corren el peligro de quedarse a la zaga en la distribución del inmunizante.

Recordó que siempre existe un período de tiempo más o menos largo en que estos preparados beneficien al mundo rico y luego lleguen a los demás.

Entonces, a las brechas de la pobreza y el hambre, se les agregará otra, la de la inmunidad, que estará alimentada no sólo por las necesidades ya conocidas, sino por los inadecuados, a veces inexistentes, sistemas de protección social que dejan fuera a una parte de la población que, a ojos de sus gobernantes, pareciera ser perfectamente descartable.



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