América en el torbellino

Editado por Maite González Martínez
2020-06-19 08:16:31

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Imagen ilustrativa. Foto/DW.

Por: Guillermo Alvarado

De los más de ocho millones 300 mil contagiados por la Covid-19 en todo el planeta, casi la mitad se concentran en el continente americano donde hay muchos países que todavía se encuentran en la fase ascendente de la curva de casos, por lo que el futuro puede ser dramático.

Estados Unidos acapara los datos más desalentadores, con 2,1 millones de enfermos y detrás marcha Brasil que prácticamente llega al millón de personas afectadas por esa enfermedad.

La situación también es preocupante en Perú y Chile, con 240 mil y 220 mil pacientes confirmados, respectivamente, pero hay naciones pequeñas en el área, como Guatemala, donde el incremento es alarmante.

Es verdad que hubo gruesos errores en el manejo de la crisis, como los cometidos por Donald Trump, en Estados Unidos, Jair Bolsonaro, en Brasil, o Sebastián Piñera, en Chile, que justifican el desmesurado crecimiento de la pandemia en el continente.

Hubo también una desatención al ritmo y tiempo de las medidas de contención, pues naciones donde aún no había una circulación importante del virus decretaron cuarentenas y hasta toque de queda, las que luego fueron levantadas precisamente cuando los contagios comenzaron a crecer.

Pero, el gran culpable aquí es el modelo neoliberal impuesto desde los grandes centros de poder a los gobiernos de la región, que sacrificaron los servicios públicos ante el altar del mercado y la empresa privada.

Se trata de una doctrina perversa que durante décadas predicó el “adelgazamiento” del Estado y su expulsión de la toma de decisiones estratégicas en la economía, la administración de las riquezas nacionales, los regímenes laborales, incluidos sistemas de jubilación y pensiones.

Cayeron las inversiones públicas en infraestructura de salud, que quedaron en manos privadas, como pasó en la educación, el agua, la energía eléctrica, las carreteras, autopistas y un largo etcétera.

Cuando la pandemia llegó, los gobiernos se dieron cuenta de que estaban totalmente desarbolados y la población indefensa. El gran capital, local y foráneo, no se involucró en el combate a la Covid-19, como no fuera para exigir que la economía se mantuviera abierta sin importar las víctimas.

El neoliberalismo creó un ejército de pobres que se vieron ante la disyuntiva de morir de hambre o del nuevo coronavirus. Hubo lugares donde las mínimas ayudas de los agotados gobiernos se vieron mermadas por la corrupción, otro mal heredado de un mercado sin regulaciones ni control.

Si el resultado está a la vista, hace falta que mucha gente se dé cuenta de quién está detrás de la catástrofe.



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