Por: Guillermo Alvarado

Las restricciones impuestas para frenar la cadena de contagios y combatir la pandemia de covid-19 han tenido un efecto doloroso en el sistema escolar en casi todo el mundo, donde mil 600 millones de alumnos debieron dejar las aulas y no todos tienen condiciones de continuar los estudios en su casa.

En las áreas urbanas de muchos países se ha logrado mantener algún tipo de aprendizaje a distancia, sea por internet o televisión, pero en el campo la realidad es otra porque hay sitios en países desfavorecidos donde la electricidad es un sueño y la red de redes parece tema de ciencia ficción.

Nunca en la historia reciente de la humanidad había ocurrido un paro docente tan generalizado y masivo como el actual, ni siquiera durante las dos guerras mundiales del siglo pasado, y lo peor es que las consecuencias todavía están por verse.

Así lo advirtió la organización humanitaria Save the Children, “Salvar a los niños”, en español, cuando aseguró que por lo menos diez millones de alumnos jamás volverán a la escuela luego de pasada la pandemia.

Se trata de estudiantes que viven en países y regiones donde la calidad de vida es ínfima, como Yemen, Afganistán, África occidental y central. Se sumarán a los 258 millones que ya estaban fuera del sistema escolar antes de la covid-19.

La organización reconoce que la crisis sanitaria dejará un agujero negro de 77 mil millones de dólares en el presupuesto destinado a la educación durante el próximo año y medio en las naciones más vulnerables.

En la mayoría de los casos esto se debe a que grandes sumas de dinero fueron desviadas para atender los gastos derivados de la enfermedad, pero también  hay gobiernos que de manera artera cogieron estos recursos para pagar los servicios de la deuda pública, lo que en tiempos de pandemia es casi una aberración.

Todo esto sin contar con las cada vez más frecuentes denuncias de corrupción.

Save the Children pidió a los acreedores condonar las deudas de los países más pobres, lo que permitiría liberar unos 14 mil millones de dólares que servirían para reactivar la educación o incluso mejorarla.

El caso es que, los niños fuera del sistema educativo son precisamente los que más necesitan de este servicio, para romper el círculo vicioso de la pobreza.

Sin una adecuada preparación están condenados a obtener trabajos de baja calidad y salarios, o caen de cabeza dentro del embudo de la economía informal y cuando crezcan repetirán esa condición en sus futuros hijos.

La covid-19 no debe ser una razón, o pretexto, para mantener en la pobreza e ignorancia a millones de seres humanos, azotes que deberían causar vergüenza en toda nuestra especie.