Colaboración científica, piedra angular en examen de alegados incidentes de salud

Editado por Maite González Martínez
2020-12-16 08:01:28

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Por: Roberto Morejón

La comunidad científica cubana diverge de las conclusiones de un comité creado en Estados Unidos para estudiar los alegados percances sufridos por diplomáticos de la nación norteña en La Habana hace años.

La Academia de Ciencias de la mayor de las Antillas admitió que el reporte del comité de las Academias Nacionales de Ciencias, Ingeniería y Medicina de Estados Unidos progresó en la definición de la caracterización médica de los padecimientos.

Además calificó de “válidas” las recomendaciones y evaluó el informe “de mayormente prudente”, pero refutó insistir en la versión de que ondas de radiofrecuencia causaron los síntomas reportados en 2017.

Los calificados científicos de la Academia local destacaron que la parte norteña admite que los datos son problemáticos y siguen sin plantearse evidencias científicas y directas.

Más allá de las consideraciones estrictamente profesionales de la parte cubana que están respaldadas por el interés gubernamental de examinar a fondo las alegaciones de Washington, es oportuno resaltar otras apreciaciones.

La entidad resaltó la necesidad del indispensable manejo responsable del asunto en espacios públicos.

Al respecto apeló al bienestar de todos los involucrados en los citados incidentes y exhortó a la prensa y a gobiernos a escuchar a los entendidos y abandonar el realce de lo que calificó de teorías de conspiración.

Ciertamente, esa tendencia ha predominado en algunos medios, lo que unido a la exacerbación del asunto fue utilizado como pretexto por la administración de Donald Trump para iniciar el recrudecimiento del bloqueo contra Cuba.

Ya se sabe que el equipo del magnate republicano ordenó la retirada de la mayor parte de sus diplomáticos en La Habana bajo el artificio de la poca seguridad para su confort.

Era solo un ardid para desplegar el plan conspirativo a fin de revertir los avances hacia la normalización de relaciones entre Estados Unidos y Cuba.

Sería viable retomar la manifestación pública de la Academia cubana de Ciencias en el sentido de lamentar la carencia de comunicación entre los científicos estadounidenses y cubanos, en gran parte “por barreras artificiales y políticamente motivadas”.

Sería beneficioso derribar esos muros, mucho más cuando la Academia de Ciencias de Cuba reiteró la voluntad de colaborar con sus pares estadounidenses para comprender mejor las invocadas ocurrencias de salud.



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