Hasta Siempre Doña Carmen

Editado por Maite González Martínez
2020-12-21 08:00:25

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Declaran duelo oficial en República Dominicana por muerte de Carmen Quidiello. Foto / Mega Diario.

Por: Pedro Martínez Pírez

El pasado mes dediqué uno de mis programas ENTRE CUBANOS de Radio Habana Cuba a honrar a la escritora, poeta, dramaturga y articulista cubana Carmen Quidiello, fallecida el pasado sábado en Santo Domingo, la capital dominicana, a los 105 años de edad.

 Lo hice también para recordar su visita a Cuba tres meses después del fallecimiento de su esposo, el gran escritor y político dominicano Juan Bosch, el primero de noviembre de 2001, y en ese viaje a su Patria, la entrevisté y acompañé a colocar un ramo de flores al pie del monumento a José Martí en la Tribuna Antiimperialista de La Habana.

De los muchos monumentos erigidos al Apóstol en La Habana, Doña Carmen escogió ese Martí con un niño en brazos evocando la batalla librada por Cuba y encabezada por el Comandante Fidel Castro para lograr el retorno a Cuba del niño Elián González, algo que para alegría de todos los cubanos se logró el 28 de junio del año 2000.

Recuerdo que batía fuerte el viento en ese parquecito situado frente al edificio de la entonces Oficina de Intereses de Estados Unidos en Cuba, pero Doña Carmen fue siempre de temperamento fuerte y a lo largo de su prologada vida había enfrentado desafíos mucho mayores.

Nos conocíamos desde hacía muchos años. Recuerdo que en 1979, cuando fui a despedirla al aeropuerto internacional José Martí de La Habana, pues ella retornaba a República Dominicana, fue Doña Carmen quien me indicó que en la terminal aérea estaba y saldría en otro vuelo hacia la ciudad de Miami, liberado por las autoridades cubanas, el piloto que se llevó al tirano Fulgencio Batista de Cuba, Antonio Soto Rodríguez, quien había piloteado  el avión DC-6 la madrugada del primero de Enero de 1959, en el cual huyeron de Cuba hacia República Dominicana el dictador con su familia y sus principales compinches.

Coincidí con Doña Carmen y con Juan Bosch en Quito, la capital ecuatoriana, donde asistimos como invitados a los actos por el 75 cumpleaños del pintor ecuatoriano Oswaldo Guayasamín,  celebrado el 6 de julio de 1994.

Recuerdo que Juan Bosch, quien ya había posado para el pintor, quien le hizo un precioso retrato, fue uno de los oradores en los actos en homenaje a Guayasamín, que incluyó una visita a Sangolquí, localidad cercana a Quito, donde el Maestro ecuatoriano colocó una gran escultura del líder indígena Rumiñahui.

En aquel viaje a Quito nos alojamos en habitaciones de la amplia residencia de Guayasamín, Bosch y Doña Carmen con su hijo Patricio, y también de Cuba el amigo entrañable del artista Antonio Núñez Jiménez, destacadísimo científico cubano amigo de Fidel.

Doña Carmen y su esposo Juan Bosch, estuvieron en el acto efectuado en La Habana en 1996, cuando Guayasamín le entregó como regalo por su 70 cumpleaños el cuarto y último retrato que hizo a Fidel.

Con Juan Bosch había estado yo en 1983 en Managua, Nicaragua, invitados a una Sesión Solemne del Tribunal Antiimperialista de Nuestra América presidido por el ex canciller guatemalteco Guillermo Toriello Garrido, uno de los fundadores de la ONU en 1945.

Y cuando en la década de los años ochenta fui a entrevistar a Juan Bosch, quien con Doña Carmen se alojaba en una casa de protocolo de La Habana, y quería incluir la opinión del ex presidente dominicano en un reportaje que preparaba sobre mi padre, el poeta Enrique Martínez Pérez, Bosch lo definió mediante muy pocas palabras: tu padre, me dijo, fue un hombre sin huecos.

Fui a visitar a Doña Carmen en una ocasión en que era atendida en el CIREN, Centro Internacional de Restauración Neurológica, en La Habana, en los días en que en ese Centro médico cubano también trataban a Alejandro Gómez Roa, a quien Fidel Castro calificó de profeta, pues fue el colombiano que, cuando joven, y en los primeros meses de la Revolución trajo a Cuba su canción “Cuba sí, Cuba sí, Cuba sí y yanquis no”.

Recordaré siempre a Doña Carmen Quidiello. Ella deja un legado importante para República Dominicana y para Cuba. Y en medio del dolor por esta pérdida, me consuela saber que murió en paz en su casa de Santo Domingo, la capital dominicana, donde en una ocasión la visité para entregarle los audios que atesorábamos en Radio Habana Cuba con discursos y entrevistas de Juan Bosch, el dominicano que ella conoció en la provincia cubana de Matanzas en 1941, y a quien acompañó hasta su muerte.



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