Amarga despedida

Editado por Maite González Martínez
2020-12-31 07:20:54

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Imagen / Cubadebate

Por: Guillermo Alvarado

El mundo despide el 2020 con una sensación amarga causada por los efectos de la pandemia de covid-19, que trastornó la vida en casi todos los sentidos y demostró la vulnerabilidad de nuestra especie ante un adversario microscópico, pero voraz e inmisericorde.

Cerca de 82 millones de personas se contagiaron con el SARS-CoV-2 en todas las esquinas del planeta, de las que se recuperaron cerca de 52 millones y un millón 800 mil perdieron la vida, un duro balance que hace un año estábamos muy lejos de imaginar.

Hay que decir que las estadísticas pueden ser mucho más severas porque en algunos países no se tiene la menor idea de cuántos casos hubo en realidad, porque se limitaron a contar a aquellos que acudieron a un médico o un hospital en busca de ayuda, pero no a quienes permanecieron en sus casas.

Como es de dominio público, el país más rico del mundo y la primera potencia militar, Estados Unidos, es el más afectado por la crisis sanitaria, con cerca de 19 millones y medio de enfermos y 340 mil muertos.

Esto significa que no es cuestión de dinero, menos aún de armas, sino de actitud, de conciencia, organización y voluntad de poner a la población, en especial a los más desvalidos, en el centro de todos los esfuerzos para enfrentar eventos de este tipo.

Es una lección obvia, pero mal comprendida incluso ahora que el año se despide con una nueva oleada que está causando grandes estragos. En numerosos lugares la población, de buena o mala gana, vuelve al enclaustramiento y no es para menos.

Se conoció que el martes reciente hubo en todo el orbe más de 752 mil contagios y casi 15 mil muertos, cifras asombrosas para un solo día.

Las incipientes campañas de vacunación son una buena noticia, pero sólo dan pie a un optimismo moderado porque la pandemia seguirá su curso durante varios meses antes de que una parte de la humanidad sea inmunizada.

En los países pobres no se trata ni siquiera de meses, sino de años.

Ante tan sombrío panorama, ya la Organización Mundial de la Salud avisó que ésta posiblemente no es la última, ni la peor de las pandemias que azotarán a nuestra especie, que debe cambiar su modelo de vida y poner fin a las constantes agresiones a la naturaleza.

Así pues, las últimas horas del 2020 debieran ser de profunda reflexión sobre lo que hemos hecho mal, o lo que no hemos intentado siquiera para vivir en armonía entre nosotros y el medio ambiente cuya paciencia, ya lo demostró, no es inagotable. Feliz año nuevo, amigos, si podemos hacerlo feliz.



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