por Guillermo Alvarado
En las condiciones actuales, para el 2030 que es la fecha tope para alcanzar los llamados Objetivos de Desarrollo del Milenio, el panorama de la niñez en el mundo será desolador, pues 69 millones habrán muerto por causas evitables, 167 millones estarán en la pobreza y por lo menos 750 millones de mujeres se casarán siendo aún menores.

 Así lo reflejó el más reciente informe del Fondo de las Nacioners Unidas para la Infancia, Unicef, que hace un llamado a todas las partes involucradas en este drama a realizar esfuerzos adicionales y encontrar soluciones innovadoras para un problema que se extiende por todo el planeta.

El director ejecutivo de la Unicef, Anthony Lake, manifestó que las vidas de millones de infantes se ven arruinadas por la simple razón del país, el género, la comunidad o las circunstancias en que nacen.

Muchos de estos pequeños aún antes de respirar ya tienen el futuro comprometido por las enormes desigualdades existentes hoy día, el desinterés de algunos gobiernos e instituciones y las consecuencias de los conflictos armados.

En la Franja de Gaza, por ejemplo, unos 54 000 niños quedaron sin hogar sólo en el verano de 2014, cuando Israel lanzó una ofensiva y durante 55 días bombardeó indiscriminadamente viviendas, hospitales, escuelas y otras instalaciones públicas.

El panorama más terrible, sin embargo, existe en el África subsahariana, donde viven nueve de cada diez de los menores que están en la pobreza en todo el globo terráqueo. En esa extensa región un infante tiene diez veces más posibilidades de morir antes de cumplir los cinco años que un semejante suyo en cualquier otra parte del mundo.

De acuerdo con la Unicef, esta situación no es inevitable ni insuperable. Basta con que se haga un esfuerzo para invertir en educación y otros servicios.

El informe destaca que un año de escolaridad representa aproximadamente un 10 por ciento más de ingresos cuando se es adulto y, por lo tanto, incide directamente en la reducción de la pobreza de un país.

Sin embargo, hoy día 124 millones de niños no acceden a la educación primaria ni secundaria y dos de cada tres que reciben instrucción elemental no saben leer ni escribir o hacer cálculos matemáticos simples, lo que disminuye sus posibilidades de desarrollo cuando lleguen a la edad laboral.

La entidad advierte que defender la vida de estos infantes es una elección que se puede y se debe hacer, porque está en juego no sólo el futuro de estas personas, sino el destino de muchos pueblos.