Fidel y el ballet cubano

Editado por Maria Calvo
2016-08-05 13:46:31

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por Miguel Cabrera

Entre las muchas injusticias a reparar por la Revolución triunfante el primero de enero de 1959, figuraba la reorganización del hoy Ballet Nacional de Cuba, destruido por la tiranía batistiana, en septiembre de 1956, por no prestarse Alicia y Fer­nando Alonso y sus más cercanos colaboradores, a convertirse en un agente propagandístico de ese régimen sangriento.

La escasa subvención que recibía el conjunto, arrancada al Estado cu­bano desde 1950, por la presión de la FEU y de otros sectores progresistas de la nación, fue cercenada en vil re­presalia, lo que llevó a que los valores más prometedores quedaran vi­viendo solamente en el quehacer de la Academia del Ballet Alicia Alon­so, cuyos directivos no perdieron nunca la fe en un futuro mejor.

Dos personas muy cercanas a Alicia y Fernando y al quehacer del conjunto, fueron claves en hacer po­sible que Fidel, desde los días de la Sierra Maestra y en los primeros mo­mentos del triunfo revolucionario, pudiese estar al tanto de la magnitud que entrañó tan injusta agresión para la cultura de nuestra Patria.

Fueron ellos el Dr. Julio Mar­tínez Páez, Comandante del Ejér­cito Re­belde, combatiente de la Columna 1, al mando del líder de la Re­vo­lu­ción hasta el final de la guerra y primer ministro de Salud Pú­blica del Gobierno Revo­lu­cio­nario; y el Ca­pitán Antonio Núñez, to­pó­grafo del Che en la contienda del Escambray y Santa Clara. Am­bos habían sido fieles colaboradores del ballet cubano desde la fundación de la compañía el 28 de octubre de 1948.

Núñez, amigo personal de los Alonso y casado con la bailarina Lu­pe Véliz, fue miembro del Ballet, en el cual desempeñó diversas tareas, especialmente en la época en que fue perseguido ferozmente por sus ideas comunistas.

El Dr. Martínez Páez, entre sus muchos vínculos con nuestro mo­vi­miento balletístico ostentó los de Pre­sidente de la Asociación Alicia Alon­so Pro Ballet en Cuba y del Pa­tronato del Ballet de Cuba, dos instituciones claves en la defensa del ballet cubano en la etapa de nuestro bochorno republicano.

Tuve el privilegio de oír al propio Martínez Páez en las frecuentes visitas que hacíamos los integrantes del Ballet Nacional de Cuba a su casa en Miramar, narrar cuán receptivo era el líder de la Revolución cuando en las escasas treguas de los combates y la lucha guerrillera, él le brindaba las  informaciones sobre los triunfos y avatares que la prestigiosa institución artística padeció durante los desgobiernos de turno.

Por ello no fue casual que las primeras funciones del conjunto después del triunfo revolucionario, fuesen dedicadas al Ejército Rebelde y al Gobierno Revolucionario, en el entonces Teatro Blanquita, hoy Karl Marx, a partir del 3 de febrero, que contaron con la presencia de Fidel y las palabras de apertura a cargo del Dr. Martínez Páez.

Es muy conocida la anécdota de que acompañado de Núñez Jimé­nez, el Comandante en Jefe visitó pocos días después de la victoria la casa de los Alonso y les garantizó todo el apoyo para la reorganización de la compañía, la que se efectuó en el mes de julio de ese propio año 1959.
Sin embargo, la muestra mayor de ese apoyo a nuestro ballet se produjo cuando en su condición de Primer Ministro, firmó la Ley 812, promulgada el 20 de mayo de 1960, que no solo garantizó económicamente el futuro del ballet cubano, si­no que le reconoció su honrosa labor en pro de la cultura nacional.

En su texto se afirmó que “el ba­llet constituye, sin duda alguna, una de las más elevadas y hermosas manifestaciones artísticas, que cuenta ya con tradición en nuestro país debido al esfuerzo realizado por instituciones privadas, principalmente el Ballet de Cuba que, a través de largos años de paciente y tesonera la­bor, ha logrado mantener el culto y la afición por la danza, alcanzando su primerísima figura, la eximia Ballerina Alicia Alonso, notables triunfos que honran a nuestra Patria”.

Poco antes había dado su apoyo entusiasta al Primer Festival Inter­nacional de Ballet con su asistencia a una  función pública masiva, celebrada en la entonces llamada Plaza Cí­vica, el 27 de marzo de ese propio año.

A partir de entonces la cercanía de Fidel nos ha acompañado siempre, en su gestión política y gubernamental, asistiendo a nuestros espectáculos.

A los diversos homenajes tributados a Alicia y a los miembros de la compañía, a celebraciones de especial relevancia histórica, como la celebración del Aniversario 30 de la compañía y del 35 del debut escénico de Alicia en Giselle, los días 31 de octubre y 2 de noviembre de 1978, respectivamente; en la entrega so­lem­ne de la Orden José Martí a nuestra ilustre bailarina en el Pa­lacio de la Revolución, en el 2000; o cuando el 22 de junio del 2001 en­tregó a la Escuela Nacional de Ballet el hermoso palacete que tiene ahora por sede, y en el cual más de cuatro mil alumnos de las escuelas habaneras se iniciaron en el arte del ba­llet, mediante los talleres vo­ca­cio­nales que él gestó y apoyó de manera decisiva, así como por su constante apoyo en la realización del Curso de Historia y Apreciación del Ballet, que en el 2002 desarrollamos en los programas de la Universidad para Todos.

El 19 de octubre del 2002 nos concedió el honor de pronunciar las palabras de apertura del XVIII Fes­tival Internacional de Ballet de La Habana, ocasión en que dejó plasmada su valoración de la hermosa brega histórica de nuestro ballet.

“La Revolución Cubana —afirmó entonces— desde los primeros meses del triunfo, puso a disposición de aquella compañía danzaria los recursos disponibles, en el afán de que se desarrollara, expandiera y creciera. La excelencia de Alicia, su talento, su tenacidad y su ejemplo, que inspiraron a generaciones de brillantes artistas, hicieron posible el milagro: la existencia del Ballet Na­cio­nal de Cuba con calidad y prestigio mundial; el nacimiento de la es­cuela cubana de ballet, síntesis de universalidad, tradición, cubanía y estilo propios, reconocida y aclamada en cualquier parte del mundo; la formación de nuevos y extraordinarios valores y la posibilidad de lograr otros ambiciosos sueños”.

La preservación de ese “milagro”, con fidelidad, sentido de pertenencia y con las más altas cotas de excelencia en su proyección nacional e internacional, constituye el más sentido homenaje que todos los integrantes del ballet cubano debemos rendirle en este jubileo por el 90 aniversario de su natalicio.

*Historiador del Ballet Na­cio­nal de Cuba

“ Si la Revolución nos trajo por primera vez una política cultural que apoyó el desarrollo de las más diversas expresiones artísticas, no cabe duda de que el pensamiento y la acción del Comandante en Jefe Fidel Castro supusieron un impulso especial a nuestro trabajo.
“Recordamos su comprensión, su visión desprejuiciada y entusiasta hacia el arte del ballet. Desde el primer momento, en 1959, decidió ofrecernos todas las facilidades para reorganizar y desarrollar la compañía, así como la escuela, el centro para formar a los bailarines.
“Mucho de lo que hemos conseguido los cubanos en el ballet, durante la etapa revolucionaria, tiene que ver con la sensibilidad de Fidel hacia la cultura, a su apoyo decidido a nuestros proyectos.
“Ahora, en su cumpleaños 90, es justo que recordemos lo que nos entregó y que digamos una vez más, junto a todo el pueblo: ¡gracias Fidel! ”

Alicia Alonso
Directora del Ballet Nacional
de Cuba
Julio 2016


(Tomado de Granma)



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