Tuma, Tumaini o carlos Coello

Editado por Maite González Martínez
2017-04-25 12:00:12

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Por Froilán González y Adys Cupull.

El 25 de junio de 1967 los guerrilleros llegaron a Piraí, (en guaraní pececillo) acamparon y compraron una ternera, que fue sacrificada inmediatamente. Al día siguiente se produjo un nuevo encuentro con los militares, el cual fue narrado en el diario de lnti Peredo del cual tomamos algunos fragmentos.

Inti escribió que estaban acam­pados en las faldas del río Durán y el Che ordenó una emboscada, mientras otro grupo iba a buscar alimen­tos al pequeño pueblito de Florida, que alrededor de las cuatro y media de la tarde sintió un fuerte tiroteo y tendidos en la arena había 4 soldados, que el ejér­cito estaba desplegado al otro lado del río, ocupando buenas posiciones, que sintieron unos gajos quebrarse… y un ruido de camión les indicó que llegaban refuerzos del enemigo e inmediatamente se inició el tiroteo en una zona sin buena de­fensa.

Relató que Pombo fue herido en un pie con una bala de ametralladora 30, que el Che dio la orden de retirada y cuando se cumplían estas instrucciones, se conoció que Tuma había sido herido en el vientre y rápidamente fue trasladado a una de las casas de Piraí situado a varios kilómetros de la emboscada y Moro (Octavio de la Concepción de la Pedraja) lo anestesió y empezó la operación y murió. Afirmó que fue un día de dolor intenso para todos, porque se perdía uno de los mejores compañeros, el más alegre, un combatiente ejemplar y querido.

Sobre Tuma el Che escribió: ...Con él se me fue un compañero inseparable de todos los últimos años, de una fidelidad a toda prue­ba y cuya ausencia siento desde ahora casi como la de un hijo. Al caer pidió que se me entregara el reloj, y como no lo hicieron para atenderlo, se lo quitó y se lo dio a Arturo. Ese gesto revela la vo­luntad de que fuera entregado al hijo que no conoció, como había hecho yo con los relojes de los compañeros muertos anteriormente. Lo llevaré toda la guerra. Cargamos el cadáver en un animal, y lo llevamos para enterrarlo lejos de allí.”

A casi dos décadas de estos acontecimientos llegamos al caserío de Florida, una zona en parte llana pero con vegetación enmarañada, baja y dura. Son caminos ganaderos en pésimo estado que van atravesando las haciendas. Los charcos de agua podrida amenazaban cada cier­tos tramos con interrumpir la marcha. Allí conocimos que Tuma fue operado y murió en la casa de Augusto Coca y Yo­landa Paniagua, quienes, ofrecieron sus testimonios. 

Yolanda de unos 37 años de edad, de mediana estatura, pelo negro, lacio y largo, recogido atrás, mujer tímida, y su esposo de unos 40 años, mediana estatura, pelo negro, pálido y enfermo. Ella era hija de Donato Paniagua y él, de  Fenelón Coca, campesinos que ayudaron a los guerrilleros.

Yolanda manifestó: “… Uno de ellos me pidió una aguja con hilo. No me pidieron comida, ni ninguna otra cosa...

“Llegaron a las cuatro de la tarde, estuvieron esa noche, durmieron ahí hasta el otro día. No querían nada de comer, pero yo le di comida a uno que se quedó ahí conmigo. Estaba sola y tenía miedo, pero se portaron muy bien y muy amables, totalmente nada malo hicieron. Yo tenía terror. Mi marido estaba en el campo, cuando llegó con el ganado los guerrilleros le ayudaron a trancarlo y han charlado harto con él.

Augusto Coca narró: “Yo he convivido con los guerrilleros una noche y un día. Me pre­guntaron de los caminos, del ejército, dónde estaban, cuántos eran y yo les respondí…

“Quisieron comprarme un “torillo”, les pedí 600 pesos y me paga­ron bien, ellos se comportaron muy bien con nosotros, no nos hi­cieron daño, ni hicieron daño a nadie. No quitaron nada a nadie. Eran muy buenas personas y muy valientes. Esa noche que han venido, fueron a buscar leña y a sacar yucas.

“… a las once de la mañana se desparramaron porque venía el ejército y a las tres de la tarde fue el choque con los militares en el río Seco, cerca de la orilla donde vive Ramón González.

“El ejército envió unos espías y fueron apresados por los guerri­lleros y devueltos en calzoncillos, por eso supo el ejército que es­taban los guerrilleros. El ejército mandaba a los espías, que eran zonzos y los guerrilleros los apresaban, preguntaban  y conocían todo y los devol­vían en calzoncillos. Espiaban para el ejército y daban los infor­mes a los guerrilleros.

“Los militares iban por el camino de la plaza del río Seco y los gue­rrilleros los emboscaron y murieron tres del ejército y un guerrillero que se llamaba Tuma y a Pombo lo “rayaron” en una pierna, en­tonces los llevaron para nuestra casa, como a las cuatro de la tarde volvieron ellos y nos sacaron a nosotros y a los chicos de la casa, para operar al Tuma, él era el doble del Che, porque se pa­recía al Che.

“El Tuma murió ahí. El Che se quedó esa noche junto al fuego, no quiso echarse a dormir y charló conmigo. Me preguntó cuántos kilómetros había a todos los lugares, de todos los caminos; me preguntó de las personas. El Che estaba junto al fuego muy afli­gido porque Tuma era como el hijo del Che. El Che no habló más, ob­servó el fuego, toda la noche junto al fuego, sin echarse a dormir.

“Al otro día llevaron a Tuma para un potrero, cerca del cerro, lo enterraron en un lugar que se llama Laguna Seca...Los guerrilleros se fueron rumbo al norte, a un lugar que se llama Tejería…

“Todos los campesinos de aquí se portaron bien con los guerrilleros y con el Che, nadie los de­lató, el encuentro con el ejército fue casual. Ellos no abusaron y trataron de ayudar a todos los campesinos. Los militares fueron abusivos y represivos…”

El día 27 de junio, después de enterrar a Tuma, continuaron la marcha, guiados por unos campesinos, hasta un lugar conocido como Tejería. De allí siguieron el camino hasta Paliza donde de­volvieron dos caballos que les habían prestado.

Los campesinos de aquellos lugares recuerdan cada detalle, cada hecho, cada palabra. Conocen a Tuma como “el hijo del Che”, de quien hablan como alguien presente. Nos contaron que:

"Después que la guerrilla salió para Tejería, los tatús (especie de armadillo) desenterraron a Tuma y quienes primero lo vieron fue Román González y Andrés Yépez, después “vino el ejército para ver” y luego, en un helicóptero con per­sonal para identificarlo y comunicaron que era un gue­rrillero brasileño.

Coca siguió narrando: Los campesinos lo enterraron, “ahicito” cerca de la Laguna Seca, a 20 metros no más de donde lo enterraron los guerrilleros, bien profundo para que los tatús no pudieran cavar. Todos respetan esa zona porque el Tuma era el hijo del Che…"

Narraron que el primero de noviembre Fenelón Coca, le hizo la tumba a Tuma, porque “segura­mente su familia era de muy lejos y no sabía lo que había pasado y porque Tuma era el hijo del Che”.

En 1996 Loyola Guzmán, presidenta de la Asociación de Familiares, Desaparecidos y   Mártires por la Liberación Nacional de Bolivia, junto a otros compañeros comenzaron la búsqueda de la fosa donde enterraron a Tuma y el 21 de junio de ese año lo encontraron en Laguna Seca, tal como habían informado los campesinos en 1984.

El cadáver fue exhumado y trasladado al hospital japonés de la ciudad de Santa Cruz de la Sierra, donde fue identificado por los antropólogos forenses argentinos y cubanos, se trasladó a Cuba y el 17 de octubre de 1997, fue depositado en el Complejo Escultórico Ernesto Che Guevara de la ciudad de Santa Clara. Las informaciones dadas por los campesinos fueron muy valiosas para el hallazgo.

Desde Paliza los guerrilleros continuaron su marcha guiados por un campesino hasta el cruce del camino que va hasta la casa de de Don Lucas, un hombre muy respetado y conocido en aquellos lugares.

El día 29 el Che reunió a todos los combatientes y habló sobre lo que significó personalmente para él la muerte de Tuma y continuaron la marcha. El 30 de junio el Che se refirió en su diario a unas declaraciones del General Alfredo Ovando quien aceptó que él estaba en Bolivia y que el Ejército se estaba enfrentando a guerrilleros perfectamente entrenados, que incluso contaban con Comandantes Vietcong que habían derrotado a los mejores regimientos norteamericanos.

Desde Paliza otro muchacho sirvió de guía hasta el cruce del camino a Loma Mansa, rumbo a la casa de don Lucas que vivía en la cumbre de esa montaña a 1800 metros sobre el nivel del mar. El guía cobró 40 pesos y le pagaron.

Pombo llegó con facilidad, montado en una yegua, porque la herida en el pie le impedía caminar. Ese día  entró un frente frío con lluvia, y pasaron la noche en un bosquecito cercano, pero  Don Lucas ofreció su casa para que Pombo descansara. 

Los sobrevivientes relataron que Don Lucas era conversador, desprendido, servicial y respetado por todos. Los campesinos que lo venían a buscar para que les diera consejos, era el orientador de la zona contra la política del gobierno de Barrientos y del ejército.

Lucas se ofreció a cooperar con el Che; dio informaciones sobre los caminos, la pre­sencia del ejército por la zona, las características de los campesinos, cuáles podían ayudar y cuáles no.

El Che escribió el día 30 junio: “El viejo Lucas dio algunas informaciones sobre sus vecinos, de lo que se des­prende que ya el ejército anduvo haciendo su preparación por aquí. Uno de ellos, Andulfo Díaz, es el secretario general del sindicato campesino de la zona, sindicado como barrientista; otro es un viejo hablador al que se dejó salir en razón de estar paralítico y otro es un cobarde que puede hablar, según sus colegas, para no bus­carse complicaciones…”

Anotó el Che que Don Lucas prometió acompañarlos y ayudarlos a abrir el camino a Barchelón para que los caballos pudieran pasar y dos campesinos los acompañaron.

En nuestro andar por los caminos de los guerrilleros, tratamos de conocer sobre los campesinos de la zona de Piraí, Tejería, Paliza y la Cum­bre de Loma Mansa.

El tiempo ha pasado y se vuelve impla­cable. Don Lucas había fallecido. Celso Roca, el campesino que le prestó los caballos al Che, también había muerto; nos encontramos con su hijo Líber, de 16 años de edad, que venía en un caballo, nos dio datos de valor sobre los caminos y algunas personas.

Líber dijo que Yépez, se nombraba Germán, y sus tres hijos Juan, Hipólito y Renán, pero que habían emi­grado, que quien guio a los guerrilleros hasta Tejería fue Benjamín Paniagua, pero él y su hermano Hernán se habían ido de la zona. Fenelón Coca murió, pero Andrés Coca sabía toda la historia, porque fue guía de los guerrilleros, fue detenido, torturado y casi lo matan. Sobre las de­más personas dio elementos que ayudaron a la correspondiente ubicación.

Después de mucho andar, encontramos a Andrés Coca, muy des­confiado, dijo que él no era la persona que buscábamos, y dio otro nombre. Afirmó no saber nada, ni haber visto nada. Aseguraba que estábamos contundidos, que no era él. Que tal vez había otro Andrés Coca, y afirmaba que nosotros éramos militares o enviados por ellos.

Coca quería saber quién nos informó donde vivía, que se había ido lejos para olvidar todo y no ser encontrado. Insistía en saber por qué lo alcanzamos, que ya estaba viejo y cansado para volverse a ir lejos donde nadie lo encontrara. Reiteraba que alguien lo quería dañar y que había sufrido harto.

Coca nos miraba atemorizado. Sentimos pena por este hombre que no quiso hablar y en quien el alcohol, o lo que pasó al ser detenido y torturado, ha dejado huellas profundas, que no quiso contar.



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