Río Ben Hai, Paralelo 17: por aquí cortaron a Vietnam

Editado por Pedro Manuel Otero
2018-09-08 10:42:51

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Fotos: Marta Llanes y Archivo de VNA

Por Alberto Salazar y Duong Bui (VNA)

Hanoi.- El río los Hanoi.- El río los separaba y no por falta de puente: si alguien quería decirle algo a un familiar de la otra orilla, tenía que recurrir a un ingenioso sistema de señas, porque aún gritando, en el lado opuesto nada se escuchaba.separaba y no por falta de puente: si alguien quería decirle algo a un familiar de la otra orilla, tenía que recurrir a un ingenioso sistema de señas, porque aún gritando, en el lado opuesto nada se escuchaba.

Cuando alguien moría, por ejemplo, el portador de la noticia se colocaba un pañuelo blanco sobre la cabeza y completaba el fatal mensaje con gestos; si arrestaban a alguien, bastaba cruzarse las manos detrás de la cintura…Las otras opciones eran intentar pasar por el puente o cruzar el río en bote, en ambos casos con la certeza de no llegar vivo al otro lado.

Así de quebrado quedó Vietnam el 22 de julio de 1954, cuando en virtud de la Conferencia de Ginebra, las grandes potencias de la época acordaron partirlo en Norte y Sur hasta 1957.

En ese año, la derrotada Francia debía devolverlo a sus legítimos dueños, y estos, celebrar en 1958 un referendo para decidir si querían vivir en una nación unida o dividida.

Pero ya a la sazón Estados Unidos estaba enrolado en el conflicto y, sabedor de que una mayoría aplastante apoyaría al gobierno de Ho Chi Minh, comenzó a prestar un apoyo cada vez mayor al régimen de Ngo Dinh Diem, asentado en la sureña ciudad de Saigón.

La guerra no tardó en estallar y el Paralelo 17 y el río Ben Hai, que corren juntos un buen tramo, dejaron de ser meras referencias geográficas para marcar las coordenadas de un odio tan insensato como ajeno a la voluntad de los vietnamitas.

Una franja de cinco kilómetros a cada lado del Ben Hai fue declarada zona desmilitarizada, pero los hechos ulteriores desdijeron el calificativo: las provincias de Quang Tri (al sur del río) y Quang Binh (al norte) fueron escenario de algunos de los combates más cruentos de la contienda.

EL PUENTE DE LA DISCORDIA

El primer puente sobre el Ben Hai, construido en 1928 por los lugareños con financiamiento del gobierno local, solo tenía dos metros de ancho y servía exclusivamente para el paso a pie.

En 1931 y 1943 fue ampliado para permitir el tránsito de vehículos pequeños. En 1950, Francia -ya bajo el acoso de los independentistas vietnamitas-, lo sustituyó con otro de hormigón armado, 162 metros de largo y 3,6 de ancho, una carga útil de 10 toneladas y claros fines militares.

En 1952 los patriotas lo destruyeron y ese mismo año los franceses construyeron otro, montado sobre siete pilotes de hormigón, con barandas de hierro y un piso de madera capaz de sostener cargas de hasta 18 toneladas.
De ancho tenía cuatro metros y de largo, 178... Los suficientes como para impedir que cualquiera se comunicara a viva voz de una orilla a la otra.

Ese fue el puente que quebró al país por la cintura después de la Conferencia de Ginebra: 89 metros hacia el sur, con las barandas pintadas de amarillo, Vietnam del Sur; 89 metros hacia el norte, con barandas azules, Vietnam del Norte.

Y en el medio, una franjita cuya blancura desdecía que se aquel fuera un límite de paz.

Que se sepa, nadie cruzó por allí en bote y mucho menos se atrevió a trasponer las 450 vigas de recia madera que, como un teclado infernal, componían el piso del Puente de la Discordia, oficialmente llamado Hien Luong.

A uno y otro lado -torres de vigilancia y garitas con ametralladoras aparte-, los dos bandos instalaron poderosos altavoces a través de los cuales lo mismo transmitían música y noticias que mensajes amenazadores y propaganda con fines psicológicos desmoralizantes. Los francotiradores, a veces irritados, otras por diversión, solían dispararles.

No, nadie cruzó por allí. Pero sí fueron muchos los que, a ambos lados del río, se colocaron un pañuelo blanco en la cabeza o cruzaron las manos detrás de la cintura…

EL PUENTE DE LA CONCORDIA

Vietnam aún tuvo que entregar muchas vidas para ser uno solo a lo largo de sus mil 650 kilómetros, desde la norteña localidad de Lung Cu, en la frontera con China, hasta Cabo Mau, su punto más meridional.

Fue solo al cabo de 21 años cuando el río Ben Hai y el puente Hien Luong dejaron de marcar un paralelo de odio, y la imaginaria línea del 17 quedó únicamente estampada en los mapas como un mal recuerdo.

Del lado sur, en la provincia de Quang Tri, ahora se alza un Monumento a la Reunificación, formado por seis gigantescas y estilizadas hojas de nipa, una especie de palmera muy abundante en la región.

Delante y al centro, una escultura representa a una mujer con la diestra posada sobre el hombro de su hija y mirando hacia el norte, recto sobre la tablazón del puente, esperando al esposo y padre que quedó en la otra orilla y nunca regresó.

La estatua de la mujer mide nueve metros y medio de altura, y la de la chica, cinco y medio. Ambas están ejecutadas en granito gris, pero al visitante se le antoja que debajo de la piedra palpitan el sufrimiento y la esperanza.

Contada la base, el conjunto tiene 24 metros de altura y está inscrito en un rectángulo decorado con frisos a relieve sobre las luchas de los vietnamitas. En un ángulo, en letras mayúsculas doradas, un poema del presidente Ho Chi Minh: LA NACIÓN VIETNAMITA ES UNA. / EL PUEBLO VIETNAMITA ES UNO. / PODRÁN LOS RÍOS SECARSE Y LAS MONTAÑAS DESGASTARSE. / PERO ESA VERDAD JAMÁS CAMBIARÁ.

Al otro lado del río, en la provincia de Quang Binh, el punto más prominente es un monumento de base circular cuyos contornos están cubiertos por murales de menudos mosaicos que aluden a momentos trascendentes de la historia del país.

Lo corona un mástil de 35 metros en cuyo extremo, roja y con una estrella amarilla al centro, ondea una bandera nacional de 96 metros cuadrados.

Junto al viejo puente Hien Luong y paralelo a él, corre un puente moderno que une por siempre a las dos riberas de este Vietnam único e indivisible.

Por las aguas que fluyen bajo ellos suelen deslizarse pequeñas barcas de pescadores con esa reposada calma que solo insuflan los tiempos de paz. Y el visitante no puede menos que evocar cierta memorable frase del tío Ho: “Solo tienes que sentarte a la orilla de un río para ver pasar el cadáver de tu enemigo”.

¿Quién quita que en ese momento estuviera pensando en el Ben Hai

 

 



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