Alicia: vuelo del arte auténtico

Editado por Pedro Manuel Otero
2018-12-22 10:39:13

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Foto/archivo

Por Guadalupe Yaujar Díaz

Una de las leyendas del ballet del siglo XX y la más prominente figura de la danza iberoamericana, Alicia Alonso, cumplió este viernes 98 años de vida.

La prima ballerina assoluta y directora del Ballet Nacional de Cuba comenzó su vida profesional en 1938, en Broadway, al debutar en las comedias musicales Great Lady y Stars in your eyes.

Un año más tarde ingresó al American Ballet Caravan, antecedente del actual New York City Ballet, y luego se incorporó al Ballet Theatre of New York, en 1940, año de su fundación.

Desde ese momento, comenzó una brillante etapa de su carrera como intérprete suprema de las grandes obras del repertorio romántico y clásico.

En 1948, fundó en La Habana el Ballet Alicia Alonso, hoy Ballet Nacional de Cuba, primera compañía profesional, desde hace 60 años, de esa disciplina artística en la Isla que contó con el apoyo del Gobierno Revolucionario triunfante en enero de 1959.

Como bien ella ha definido, el ballet es el dominio de todo el cuerpo, de todos los músculos, demanda movimientos tan fuertes y técnicos que obligan a trabajar muy duro.

“Es un arte muy rico, formal y temáticamente, como para permitirse la superficialidad. No es moverse por moverse y para eso no basta el ritmo, hay que seguir la melodía. Significa que hay que interiorizar el ejercicio, porque se puede hacer quizás el mismo movimiento, seguir los mismos pasos técnicos, pero el ejercicio puede estar vacío, o puede estar lleno de sentido… depende del nivel de conciencia con que se haya hecho”.

En alguna de sus entrevistas opinó que los niños que estudian ballet maduran más rápido, pues desde temprano adquieren gran sentido de la responsabilidad.

Confesó que deben renunciar a algunas cosas, sobre todo a determinados juegos y ciertos deportes que pueden dañarles los músculos. “Yo misma renuncié a patinar. Yo patinaba muy bien. Hasta que un día me caí y me dañé las rodillas, porque traté de bajar una escalera con los patines puestos.

Estuve días sin poder tomar clases de ballet. Entonces mi mamá me dijo: hijita, si quieres seguir bailando, vas a tener que escoger entre los patines y el ballet. Y sin pensarlo dos veces le di los patines y no me los puse nunca más. El premio por dejar de patinar era mayor: seguir bailando.”

A Alicia, especial mujer, reina del ballet clásico en Cuba, Iberoamérica y de reconocimiento mundial le sorprenden sus 98 jóvenes años cuando continúa activa como maestra, coreógrafa y directora del Ballet Nacional de Cuba y del Festival Internacional de Ballet de La Habana.

Para ella trabajar es vivir y el ballet era vivir. “Cuando bailaba se me olvidaba todo lo demás. Y ahora hago coreografías. Bailo con la mente”.

Sueños le sobran a la prima ballerina assoluta y así lo ha manifestado: “Sí. Algunas veces, no todos los días. Estaría muy cansada. Es que yo siempre estoy pensando en la danza. A veces me agoto. ¿Usted sabe que yo no puedo oír música? La escucho y ya la estoy viendo ‘traducida’ al movimiento.”

Lo cierto es que Alicia lega a nuestro país una escuela de ballet que toma del acervo cultural y la manera de ser de los cubanos que marcan la diferencia: “Eso está en la atmósfera. Un bailarín puede ser incluso descendiente de padres cubanos, pero si no se formó en Cuba, no baila igual. Tendría que venir aquí y compartir y bailar mucho para llegar a asumir del todo esa manera de bailar tan propia de la escuela cubana”.

Refiere ella la identidad nacional en esa manifestación que es definitoria: “Cuando estaba en los Estados Unidos, la gente decía que yo bailaba como una latina. Y yo me decía: pero, ¿cómo?, si yo no hago nada distinto… Pero era verdad que bailaba de manera diferente. Y es algo difícil de definir con palabras. Está en la forma de bailar, pero también en la de moverse, en la de hablar… Nuestra escuela se nutre de todo eso, de esa sensualidad”.

Alicia, es una mujer que junto a sus vitales 98 años de vida disfruta la espiritualidad que le proporciona el amanecer y gusta de los gatos y los perros. "Me encanta despertar con el canto del gallo. Da una sensación de alegría, de fuerza, de vida. Cuando uno escucha a un gallo cantar, abre los ojos, mira hacia fuera y dice: "se despertó la vida". Es un prodigio de la naturaleza. Amo a los animales, los adoro.”

Y es que como la reseñara el destacado intelectual cubano José Lezama Lima “Su arte no es de sorpresas y de aventuras, sino de perfección; ademán que no presumió de único, para mostrar la curvatura de su distinción como estilo habitado también por su pueblo.”



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