Por: Lorenzo Oquendo

La lucha de los pueblos indígenas contra los estados coloniales modernos por su emancipación social y económica crece a medida que esas comunidades exigen  legítimos derechos en el mundo.

Las poblaciones indígenas padecen históricamente desposesión de tierras, opresión, discriminación y falta de control de sus propios modos de vida convertidos en los grupos más empobrecidos de sus países, además de analfabetos y desempleados.

Los indígenas suman más de 300 millones internacionalmente y constituyen el cinco por ciento de la población mundial pocas veces aceptados como miembros de  sociedades dominantes con esperanza de vida más corta, baja calidad de servicios médicos y educación donde un niño aborigen nacido en Australia, por ejemplo, tiene la esperanza de vida de 20 años menos que en otras comunidades de ese sector de poblaciones.

Estudios socio económicos demuestran que la población indígena de América Latina tiene alto indicador de pobreza, entre otras afectaciones que provocan movilizaciones de protestas para su reconocimiento social ante gobiernos neoliberales.

Este agosto la celebración por el Día Internacional de los Pueblos Indígenas establecido por la Organización de Naciones Unidas, está entre ámbitos sociales para reconocer su cultura, rasgos sociales y políticos muy diferentes a la sociedad globalizada.

Históricamente los derechos de los indígenas son violados, situaciones vulnerables tienen constantes afectaciones y es por tanto imprescindible proteger  formas de vida que incluye la lingüística.

En esa esfera de pueblos muchas de sus lenguas tienden a desaparecer con peligro costumbrista, el conocimiento que aporta y vías de comunicación entre habitantes, quiénes como poblaciones autóctonas indígenas requieren el reconocimiento mundial a derechos y culturas únicas.