VALIENTES: El médico de Tamarindo que colabora en Lombardía

Editado por Bárbara Gómez
2020-04-08 22:03:02

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Foto:Cortesía del entrevistado.

La Habana, 3:45 p.m. del 4 de abril de 2020, me “salta” el chat de Messenger que estaba esperando. Es el doctor Luis Ángel Sánchez Rodríguez, uno de los 52 profesionales cubanos de la salud que están en Crema, Lombardía, al norte de Italia.

Habíamos quedado en conversar un poco sobre sus experiencias en esa región, la más golpeada por la pandemia de la COVID-19 en ese país. Es el momento adecuado para él, son las 9 y 45 de la noche allá y se encuentra de descanso en su habitación.

Rompo el hielo, aunque estoy nerviosa porque esto de hacer una entrevista por chat es complicado, me gusta estar cara a cara con mi interlocutor, captar los matices de la mirada y hasta de los silencios en las pausas. Por eso, esta vez me auxilio en los mensajes de voz, creo que serán menos fríos que los de texto; quiero transmitirle serenidad, confianza y ánimo, sobre todo lo último.

Supe que Luis Ángel es oriundo de Tamarindo, igual que mi colega Oliver Zamora Oria. Fue él quien me pasó sus contactos, así que comienzo por mencionarle esa relación.

—Somos del mismo barrio. Tamarindo es un pueblo rural pequeño que pertenece al municipio de Florencia, en Ciego de Ávila. Debes haber escuchado hablar antes de Florencia.

Le confirmo que del municipio sí tenía referencias, pero de Tamarindo sólo conocía por Oliver.

—Pues mira, déjame decirte que de Tamarindo han salido personas importantes. Además de mí y de Oliver, están Eddy Martin (célebre comentarista deportivo fallecido en 2006) y el pitcher Maikel Folch —bromea, y deja escapar risas desde el otro lado del chat. Creo que esta entrevista irá bien.

El doctor Luis Ángel tiene 28 años de edad, es Especialista en Primer Grado en Medicina General Integral, y en la actualidad vive en el municipio de Ciro Redondo, de la misma provincia avileña.

Esta es su primera misión en el extranjero, como también la es para otros jóvenes que acompañan a los más experimentados médicos y enfermeros de la brigada Henry Reeve, algunos de los cuales cuentan en su hoja de servicios con la colaboración en la lucha contra el Ébola en varios países de África Occidental, en 2014.

—Tiene que haber un relevo; por ley natural de la vida ya muchos de ellos tienen cierta edad y entonces nosotros garantizamos la continuidad. Esta etapa es decisiva en nuestra preparación, aunque antes de llegar recibimos una capacitación previa en el IPK (Instituto de Medicina Tropical “Pedro Kourí”) y en la Unidad de Colaboración Médica.

Tengo curiosidad sobre cómo le tomó la noticia de que iba para Lombardía. Dice que en un inicio no sabía cuándo sería la salida o hacia dónde lo enviarían. Había 14 posibles destinos.

—No hay aviso previo, sí nos preguntan por nuestra disposición. En el caso de los de mi provincia debíamos viajar a La Habana cuanto antes. A mí me avisaron con 4 horas de antelación. Tuve que prepararlo todo de manera inmediata porque era una misión de urgencia.

El lunes 16 de marzo Luis Ángel se incorpora al curso de preparación con los profesores del IPK. “Una semana después, se nos dijo oficialmente al grupo de 52 que iríamos para Italia; se estaban organizando varias misiones para brindar servicios en otros países”.

En ese Instituto de referencia del país, recibieron inicialmente una preparación dirigida a lo que se conocía hasta el momento sobre el SARS-CoV-2.

—Nos dieron varias conferencias de actualización sobre el nuevo coronavirus, y luego la capacitación se enfocó en el uso de los medios de protección, de los trajes individuales específicos a utilizar en las áreas de trabajo, y en todas las medidas higiénico-sanitarias que debíamos cumplir estrictamente para evitar el contagio con la enfermedad.

El 22 de marzo varios medios de prensa nacionales, italianos y de todo el mundo reportaban que una brigada de profesionales cubanos de la salud habían llegado a Lombardía. En la ciudad de Crema, dos días más tarde, se inauguraba un hospital de campaña.

—Es ahí donde trabajamos la mayoría, fundamentalmente los médicos de la atención primaria y los enfermeros, pero también clínicos, epidemiólogos, intensivistas y neumólogos.

En ese centro con 32 camas empezó a laborar Luis Ángel desde el 26 de marzo, por turnos que duran entre 7 y 12 horas. Atiende a pacientes sin peligro inminente para la vida, y a los menos graves remitidos desde el hospital de Crema, en el cual también labora una parte del personal cubano.

—La atención a esos pacientes consiste en el seguimiento y monitoreo estricto de signos vitales y la administración del tratamiento que tienen indicado acá, de acuerdo con el esquema sanitario italiano.

Enfatiza en el prolongado descanso, para él es importante que se conozca la efectividad en la organización del sistema de trabajo y del tiempo libre: “Como comprenderás, el uso de los trajes tan herméticos y el riesgo latente de contagio generan un estrés bastante fuerte”.

El lugar de hospedaje queda distante y la ciudad está en toque de queda, por eso los trasladan hacia el hospital en vehículos asignados para la actividad, sin costo alguno. Hasta ahora —dice— eso ha funcionado a la perfección.

En la búsqueda de algunos datos sobre Luis Ángel en las redes salta a la vista su vida familiar. Es papá de Ángel Luis, que pronto cumplirá dos años, y esposo de Mirna.

—Siempre será difícil distanciarse de la familia, más para mí, porque pasamos mucho tiempo juntos. Es complicado, se extraña, se extraña mucho a los seres queridos. También a mis padres y a los demás. Añoro jugar con mi hijo y compartir con él.

Con su esposa tiene comunicación diaria. De ella resalta la comprensión, el apoyo y la fortaleza que le transmite siempre que hablan.

Mientras, este médico tiene otras muestras de cariño no menos importantes: las de muchísimos italianos agradecidos.

—Desde que salimos del aeropuerto de La Habana todos se paraban y aplaudían; en la escala en Roma también se sintió el agradecimiento sincero de esas personas en medio de esta situación tan difícil.

En Crema, día por día, aparecen carteles en calles y casas. ¡Gracias Cuba! dicen las pancartas acompañadas de la bandera de este país.

—Es lo que más nos conmueve, los aplausos y muestras de agradecimiento del pueblo de Italia en general. El humanismo que siempre ha caracterizado a la medicina y a los médicos cubanos, y el desinterés y altruismo que nos han enseñado en la escuela cubana de medicina, se unen a los deseos de brindar nuestro apoyo responsable y sincero para todas estas personas.

Ya pasa de una hora nuestra “charla”. Cada respuesta de Luis Ángel me genera curiosidad acerca de otras cuestiones, pero siento que debo respetar su tiempo de descanso, tan necesario para que esté a plena capacidad al otro día. Sin embargo, no puedo dejar de mencionarle la palabra miedo.

—El temor siempre se tiene, y es bueno porque te da una alta percepción del riesgo y así cumples al 100 por ciento todas las medidas e indicaciones para la protección individual y del colectivo. Además de ayudar a los pacientes, nuestro deber es llegar a Cuba sanos y salvos, y con la misión cumplida.

Es demasiado importante para todos cumplir con las acciones de protección individual. Vestirse y desvestirse con los trajes especiales, lejos de ser algo rutinario, se convierte en un ejercicio consciente y serio, como también lo son todos los protocolos dentro del área del hospital, donde un mero descuido o violación de las leyes de bioseguridad podrían tener desenlaces fatales.

Sin embargo, pide confianza.

—Vamos a poner el nombre de Cuba bien alto, esta misión se va a cumplir con disciplina, fortaleza y efectividad.

(Tomado de Cubadebate)



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