El autor de El mambí (+Fotos)

Editado por Martha Ríos
2020-10-20 12:56:19

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Luis Casas Romero (1882-1950)

Por Ciro Bianchi Ross

Cuando uno se adentra en la vida de Luis Casas Romero, avanza de sorpresa en sorpresa. No es solo el autor de El mambí, melodía que este año preside las fiestas por el Día de la Cultura Cubana, sino que es el iniciador de todo un género musical, la criolla, que inauguró en 1909 o 1910 con la pieza titulada Carmela.

Compositores como él, entre creadores como Mauri, Martín Varona y Anckermann, hacen  que la canción cubana se consolide en las décadas iniciales del siglo XX y se despoje definitivamente de sus reminiscencias italianas y españolas.

Es, por otra parte, el fundador, en 1918, de la primera fábrica electromecánica de rollos de pianola que existió en Cuba, que llevó el nombre de Rollos Nacionales (Autógrafos Casas) en la que tuvo como colaboradores cercanos a compositores del calibre de Ernesto Lecuona y Nilo Menéndez, el autor de Aquellos ojos verdes.

Y es asimismo el pionero de la radio en la Isla. El 22 de agosto de 1922 inicia sus transmisiones la 2LC, que se mantuvo en el aire hasta 1928. En 1933, con el concurso de sus hijos Luis y Ernesto inauguró la primera emisora comercial de onda corta, la COC, ampliada en 1937 a COCO y CMCK «las emisoras cubanas», como les llamó su creador  y propietario.

En su 2LC, Casas Romero hizo nacer en nuestro país el primer «noticiario radial», y transmitió antes que otras emisoras el parte del estado del tiempo.

Su hija Zoila dirigió allí un espacio  dedicado a los niños y se convirtió en la primera locutora cubana y latinoamericana, en tanto  que en la planta de onda corta, su hijo Ernesto se convertía en el primer locutor bilingüe.

Fue en aquella emisora donde se llevó a cabo el primer concurso de participación directa del oyente a través del teléfono.

En aquel concurso, el oyente llamaba a la emisora situada en la calle Ánimas, número 457, entre Manrique y San Nicolás, y, luego de dar su nombre, cantaba la pieza de su preferencia. Para que el público pudiera escuchar la interpretación debía pegarse al micrófono el auricular del teléfono.

En el transcurso de los días  el público escribía y daba su opinión. Ganaba lógicamente el concursante que más opiniones favorables recibía. El premio consistía en acudir personalmente a la emisora y cantar frente al micrófono con el acompañamiento de un piano.

De ese certamen surgió una figura como Hortensia Coalla, una soprano que con el tiempo llegó a entusiasmar a Ernesto Lecuona, que en 1940 calificó su voz como «incomparable y no igualada hasta ahora», y que en 1963, en el propio año de su muerte, la conceptuaba como «la voz más bella de Cuba».

Amplio y variado es el catálogo de Casas Romero como compositor. A las criollas que escribió, que fueron muchas, se suman valses y zarzuelas, danzones y marchas militares, canciones y boleros… Cien o 200 composiciones en conjunto; una obra no limitada en exclusiva al cultivo de lo típico, sino que se extendió a la suite y el poema sinfónicos. Desbordante toda ella de la más limpia cubanía.

Quizá El mambí, estrenada el 21 de marzo de 1912, en el Casino Español de La Habana, por Moisés Simons (piano), José Morone (violín) y el propio autor en la flauta, sea su composición más emblemática y conocida.

Pero no quedan al margen sus boleros. En esta línea, el titulado Si llego a besarte figura entre los mejores compuestos en Cuba.

Afirma el musicógrafo Cristóbal Díaz Ayala que El mambí y Si llego a besarte, así como La mora, Boda negra, Bombo camará, La Chambelona, Tú, Acelera, Ñico, acelera, y Doble inconstancia, son de los pocos títulos que sobreviven en el tiempo.

LA PRECOCIDAD

Luis Casas Romero nació en Camagüey el 24 de mayo de 1882. Tenía nueve años de edad cuando comenzó estudios de música, y 11 cuando entró como flautista en la orquesta de la Sociedad Popular Santa Cecilia. El mundo de la música queda a un lado sin embargo, cuando en 1896 se va a la manigua. Es todavía un niño; tiene 14 años.

Lamentablemente no existen, al menos que el escribidor conozca, registros de su paso por el Ejército Libertador.  No se consignan en el Diccionario enciclopédico de historia militar de Cuba ni en ninguna de las fuentes que calzan esta página.

Se sabe que fue corneta y recibió heridas de gravedad. Finaliza la contienda y Casas se integra, en su ciudad natal, al Patronato de la Banda de Música Infantil y forma parte del elenco de una orquesta de baile, ocupaciones que, para vivir, simultanea, con su trabajo de tipógrafo. Como flautista ofrece conciertos con música   de Verdi y de Krakamp en su programa.

En 1904 está en La Habana como director de la compañía de zarzuelas cubanas del Teatro Martí. Hace presentaciones en Mérida y Veracruz  y ya en 1907 se instala de manera definitiva en la capital de la Isla: es el flautista de la orquesta del teatro Alhambra, que dirige Anckermann, integra el sexteto del Teatro Martí y conduce la orquesta del teatro Neptuno.

En 1909, Hubert de Blanck le confía la asignatura de flauta en su Conservatorio Nacional, y poco después asume, en el propio centro de estudios, las cátedras de teoría, solfeo, armonía y composición, así como las de instrumentos de banda y orquesta.

Esta labor docente se interrumpe en 1913 cuando pasa al Ejército Constitucional al obtener, por oposición, una plaza de flautista en la banda del Cuartel General; plaza que asume con grados de primer teniente.

En 1918 es subdirector de esta agrupación que es entonces la banda del Estado Mayor, y, ya como capitán será su director  desde 1934 hasta su muerte. Con ella hizo presentaciones en República Dominicana (1913 y 1926), Canadá (1923), Estados Unidos (1930) y México (1938). Enriqueció su repertorio con himnos y marchas y efectuó para ella arreglos de sonadas piezas del catálogo sinfónico y operístico europeo.

Flautista eminente, acompañó en la escena a destacadas sopranos como Amelita Galli-Cursi, Geraldine Farrar,  Graziella Paretto y Lusa Tetrazzini. Ejerció la crítica musical en periódicos habaneros y fue miembro de número de la Academia Nacional de Artes y Letras, en la que llegó a ser secretario de la Sección de Música.

Su discurso de ingreso, leído el 16 de mayo de 1940, trató sobre la música y su influencia en el destino humano.

Fue director de las orquestas de los teatros Payret, Alhambra y Molino Rojo y de la compañía de zarzuelas del padre de Blanquita Becerra, y director artístico de la CMC, emisora radial de la Cuban Telephone Company, la mal llamada Compañía Cubana de Teléfonos.

CON UNA CORNETA DE JUGUETE

La 2LC, de Luis Casas Romero, es la primera emisora que pone su señal en el aire desde suelo cubano. Aunque inició sus transmisiones en 1922, como ya se dijo, no se inauguró oficialmente hasta el 16 de abril de 1923, previo permiso de la Secretaría (Ministerio) de Comunicaciones. El 2 identificaba a la provincia donde funcionaba la planta, y las letras eran las iniciales del nombre del propietario.

Poco antes de las nueve de la noche, la 2LC ponía su señal  en el aire. Con una pequeña corneta de juguete, el propio Casas hacía una llamada de atención, a lo que seguía una señal identificativa: golpes rítmicos con el metal de la cornetica con lo que se lograba un efecto parecido al tic-tac de Radio Reloj hasta que se escuchaba el tradicional cañonazo.

Casas entonces tocaba un acorde en la pequeña corneta y decía: «Son las nueve en punto». De inmediato se ofrecía el boletín sobre el estado del tiempo que facilitaba el Observatorio Nacional y un resumen de las noticias de actualidad.

Cuando la 2LC extendió sus transmisiones —eran de solo una hora al comienzo— hubo a las 11:30 de la noche noticias de última hora y la información sobre los resultados de las competencias deportivas llevadas a cabo durante la jornada, mientras en los mediodías ponía en el aire un programa de una hora de duración con música de pianola.

Cuando Luis Casas Romero inauguró la COC, primera emisora de onda corta, su tema identificativo fue El mambí, pieza clásica de nuestra música, que ahora, cantada por Santiaguito Feliú, preside las jornadas por el Día de la Cultura Cubana.

Fuentes: Textos de Díaz Ayala, Radamés Giro, Fajardo Estrada y Oscar Luis López.

(Tomado del periódico Juventud Rebelde)

El desaparecido trovador cubano Santiago Feliú interpretó la obra magistralmente. Foto: periódico Granma

 

 



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