Quien da Luz. Capítulo 12 (+Fotos y Audio)

Editado por Martha Ríos
2018-09-17 11:08:35

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El joven José Martí no fue el mismo después de los acontecimientos del Villanueva. Foto: Internet

Por Martha Ríos

Los sucesos del teatro Villanueva, en La Habana, fueron uno de los crímenes más horrendos cometidos por los colonialistas españoles en Cuba, en el siglo XIX.

Conmocionaron a todo el país, fundamentalmente a los habitantes de la capital porque muchos los presenciaron o conocieron los detalles de primera mano.

Lejos de amedrentar a los cubanos que querían la libertad de su Patria, los hechos provocaron el odio multiplicado hacia los protagonistas, y el afianzamiento de un nacionalismo. El joven José Martí no fue el mismo desde entonces.

En nuestra propuesta sonora sabrán por qué, y por supuesto, qué sucedió exactamente el 22 de enero de 1869, en el famoso coliseo habanero.

Aquella fatídica noche la describió así, seis años después, el 21 de marzo de 1875, en la Revista Universal de México:

“Ni los horribles días de enero que llenaron de cadáveres asesinados la calzada de Jesús del Monte y las calles de Jesús María, y los que mi madre atravesó para buscarme, y pasando a su lado las balas, y cayendo a su lado los muertos, la misma horrible noche en que tantos hombres armados cayeron el día 22 sobre tantos hombres indefensos.

“¡Era mi madre, fue a buscarme en medio de la gente herida, y las calles cruzadas a balazos, y sobre su cabeza misma clavadas las balas que disparaban a una mujer, allí, en el lugar aquel donde su inmenso amor pensó encontrarme!”.

Imagen tomada de Habana Radio

Y en junio de 1891, cuando vivía exiliado en Nueva York, EE.UU. publicó en sus Versos Sencillos, un poema dedicado a los acontecimientos que tanto lo estremecieron cuando aún no había cumplido 16 años de edad.

XXVII

El enemigo brutal/nos pone fuego a la casa.

El sable la calle arrasa,/a la luna tropical.

 

Pocos salieron ilesos/del sable del español:

la calle, al salir el Sol,/era un reguero de sesos.

 

Pasa, entre balas, un coche./Entran, llorando, a una muerta:

llama una mano a la puerta/en lo negro de la noche.

 

No hay bala que no taladre/el portón: y la mujer

que llama, me ha dado el ser:/me viene a buscar mi madre.

 

A la boca de la muerte,/los valientes habaneros

se quitaron los sombreros/ante la matrona fuerte.

 

Y después que nos besamos/como dos locos, me dijo:

“Vamos pronto, vamos, hijo:/la niña está sola: vamos!”

Para conmemorar esos sucesos, en 1980 en la mayor isla de Las Antillas se instituyó el 22 de enero como Día del Teatro Cubano.

 



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