Miguel Iglesias: Danza Contemporánea de Cuba 34 años después

Editado por Jessica Arroyo Malvarez
2018-04-04 11:37:59

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Miguel Iglesias (izquierda) director de Danza Contemporánea de Cuba y el coreógrafo inglés Theo Clinkard. Foto: Granma

Por Saily Pérez Gordillo.

La Habana, 4 abr (RHC) Hoy 4 de abril, hace 34 años, asumió la dirección de Danza Nacional de Cuba, hoy Danza Contemporánea de Cuba, Miguel Iglesias, entonces Primer Bailarín de la compañía madre del género en la Isla.

Sin formación académica profesional, sus escuelas fueron las compañías, diversas y divergentes, de las cuales formó parte: el Ballet de la Televisión Cubana y el Ballet de Camagüey, en esta última alcanzó el rango de Primer Bailarín bajo la dirección del maestro Joaquín Banegas y estrenó las principales obras contemporáneas que Iván Tenorio, Alberto Méndez y Gustavo Herrera crearon para la compañía que fundara Vicentina de la Torre en el centro del país.

Con Danza Nacional de Cuba son míticos sus representaciones de Fausto, Michelangelo o Libertango, obras que marcaron su quehacer escénico, además de nutrirse de la labor del grupo Los Doce, dirigido por Vicente Revuelta; y trabajar bajo las órdenes de Roberto Blanco y Teatro Irrumpe en puestas recordadas como Yerma.

Sin embargo, su labor como bailarín fue solo el comienzo de su verdadera obra, el 4 de abril de 1985 cuando asumiera la dirección, aun sin procurarlo.

Bajo su mando hubo una explosión creadora que ha enriquecido el repertorio activo de la compañía con más de 300 estrenos mundiales de coreógrafos cubanos y extranjeros, toda vez que propició la apertura y la internacionalización de la compañía a las tendencias más renovadoras de la danza contemporánea en la actualidad, además de promover la creación de aquellos con inquietudes coreográficas al interior de la compañía.

Su afán constate de trabajo, de búsqueda y de inconformidad, lo llevan a brindar a oportunidades de desarrollo artístico a jóvenes de todo el país, como fiel defensor del sistema de enseñanza artística del país, y su profunda fe en la técnica de la danza moderna cubana (la de Ramiro, Patterson, Rivero y tantos otros), en sus bailarines, su compañía y la danza cubana.

34 años han pasado y, a pesar de los muros, las incomprensiones, las omisiones, con todo, sigue siendo quien llega primero, lucha por lo que cree y por su compañía contra molinos y gigantes, y encuentra, cada día, una razón para no rendirse.



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