Desde mañana Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano en su 40 aniversario

Editado por Julio Pérez
2018-12-05 05:54:11

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La Habana, 5 dic (RHC) Nuevos y también experimentados realizadores que acuden del 6 al 16 a la cita de todos los diciembres con la convicción de que –aunque  quedan tareas por delante–, junto a la cita de La Habana, la obra cinematográfica del continente ha crecido como algunos se lo propusieron y  otros lo soñaron.

Ni en los momentos más difíciles, en que agresiones y cercos económicos se estrecharon, dejó de celebrarse el Festival que ahora vuelve fresco y renovado en la celebración de sus 40 años, comenta el diario Granma.

Cuarenta años después, el Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano sigue siendo una fiesta de la cultura, sustentada sobre los hombros de un público que pareciera no poder estar sin ella.

Ese es el mejor reconocimiento para muchos fundadores que ya no nos acompañan y que radiaban de júbilo en aquel lejano diciembre de 1979 cuando, de manera modesta, el Festival se abría al mundo del cine para otorgarle lo que los tiempos pedían a gritos: un techo donde los creadores del continente pudieran reunirse y exhibir sus obras como si estuvieran en casa propia.

Y también discutir sobre arte y política, y elaborar planes en aras de ganar terreno frente a la hegemonía cultural e ideológica de un cine comercial que no quería oír hablar de sombras competitivas en pantallas del mundo por siempre dominadas.

Numerosos recuerdos traen los días de entonces en que la utopía dejó de ser un imposible para hermanarse en un abrazo de intenciones en vías de concretarse, como lo fue –entre otras– la creación de la Escuela Internacional de Cine de San Antonio de los Baños, inaugurada por Fidel en 1986.

Días en que los realizadores llegaban a La Habana llenos de expectativas y cargando sus pesados rollos de filmes realizados contra viento y marea, pero impregnados de una identidad latinoamericana que, en la diversidad artística de sus enfoques, con mayores o menores aciertos,  nos definía.
Año 1979 en que el público cubano descubría las interioridades de un Festival internacional de cine –nunca antes celebrado en nuestras tierras– y, a la manera de los amores irrenunciables, quedaba prendado para siempre.

 

(Granma)



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