VALIENTES: Hoy voluntarios contra la COVID-19, mañana diplomáticos (+ Foto)

Editado por Bárbara Gómez
2020-07-08 21:08:40

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Hace unas semanas, una persona ingresada en una de las salas para sospechosos del hospital Salvador Allende le pidió a Laura, una de las voluntarias que limpiaban la sala, que le prestara el teléfono para llamar a un familiar. A ella el instinto le hizo prestarlo sin dudar e ir a desinfectarlo después. Ese paciente daría positivo al nuevo coronavirus a la mañana siguiente.

Durante casi cuatro meses miles de personas como Laura Martínez Chacón se han presentado voluntarias para ayudar a combatir la COVID-19 en Cuba, asumiendo riesgos y renunciado a quedarse en casa.

Entre estas hay más de 80 estudiantes del Instituto Superior de Relaciones Internacionales (ISRI) y jóvenes funcionarios del Ministerio de Relaciones Exteriores -MINREX-, y ya son varios grupos los que han trabajado en centros de aislamiento y en la Covadonga. “Hay que estar donde hay que estar y hacer lo que hay que hacer”, dice Mirthia Brossard después de haber ganado la pelea.

Del 11 al 25 de mayo un grupo del MINREX trabajó en la zona roja del hospital Salvador Allende junto a jóvenes de la Universidad Tecnológica José Antonio Echeverría, trabajadores del Ministerio del Turismo y profesores generales integrales.

Por iniciativa propia y en alusión a noviembre de 1971, cuando Fidel Castro visitó el Chile de Salvador Allende, nombraron a la brigada “11/71”. Durante su estancia en el hospital se reportaron 15 casos positivos al Sars-Cov-2, mientras limpiaban, trasladaban medicamentos y hacían guardias nocturnas.

    “Si todos tenemos el chance de ayudar y aportar para poder enfrentar la pandemia, tenemos que hacerlo en la trinchera donde nos toque. Fue la Sierra que nos tocó en este momento, el Moncada que nos tocó. Sencillamente había que estar”, dice Brossard.

El golpe fue fuerte desde el principio. El primer grupo que entró en el hospital incluso antes de ponerse los pijamas se encontró con un paciente positivo siendo trasladado. “Aquí evidentemente no estamos jugando, ni hablando de suposiciones y de que a lo mejor tienes o no tienes positivos en la sala. Aquí hay una alta probabilidad de tener contacto con enfermos”, se dijeron unos a otros.

Algunos padres dudaron, otros quisieron ir con sus hijos, hay padres que nunca se enteraron y otros lo descubrieron por redes sociales. Decirle a tus padres que renuncias a su protección y que te lanzas de cabeza a la piscina casi sin agua, solo es comprensible cuando estás convencido de que salvar, salva.

Sin experiencia previa en la rama de la Medicina, estos jóvenes se enfrentaron a todo tipo de situaciones. Hubo quien limpió, quien repartió comidas y hasta quien informó a pacientes que un familiar había fallecido. También se dio el caso de una enfermera que repartía los medicamentos quien se contagió pocos días antes de culminar el periodo de 14 días de trabajo.

Ello implicó hacer un PCR de urgencia a todo el grupo y esperar ansiosos. “Pero no podíamos rendirnos. Los cubanos nunca se rinden”, te dicen hoy, sabiendo que volverían a entrar. De hecho, algunos ya han repetido.

Trabajadores del MINREX ayudaron en la Covadonga en labores de limpieza y distribución de medicamentos durante el mes de mayo. Foto: Cortesía del MINREX.

Todos coinciden en la complicidad y la familia que crearon. El estar unidos les permitió cada día vencer a la COVID-19. También el humor y la sonrisa fueron indispensables entre las literas y cuartos que los acogieron casi por un mes.

“El grito de pantry”, por ejemplo, fue el nombre con que bautizaron a una de las ocurrencias de los muchachos encargados de repartir las comidas. Entre “gritos”, bromas e imitando un pregón pasaban animando a personas solas, acompañadas, de tres o 70 años. El humor les servía de bálsamo contra la incertidumbre.

Pero de noche, cuando terminaban las labores, volvían a ser solo jóvenes que demostraron que se puede jugar al Pictionary en la sala de tu casa con los amigos de toda la vida, y también a las 12 de la noche, con mascarilla, cansado, después de limpiar cada rincón posible y sentir el olor a cloro hasta en sueños. Que se puede hablar a través de las paredes para minimizar el contacto, bailar y cantar incluso cuando estás exhausto, que se puede ser feliz y tener miedo. (Tomado de Cubadebate).



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