White no toca, subyuga

Editado por María Candela
2019-01-16 18:23:30

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Por: Guadalupe Yaujar Díaz

El músico y violinista cubano José Silvestre White Laffite, nació en Matanzas, el 17 de enero de 1836, es considerado uno de los precursores de la música cubana del siglo XIX, así como también del género Habanera.

Hijo de un comerciante de origen francés y una criolla negra, fue un niño prodigio y desde muy temprana edad estudiaba la música y componía sus primeras obras generalmente para instrumentos de cuerdas.

Con solo 19 años de edad ya conocía y tocaba 16 instrumentos musicales, entre estos el violín, la viola, el violonchelo, el contrabajo, el piano, la guitarra, la flauta, el cornetín y la trompa.

En 1840, el genio musical inició sus estudios con su padre, Carlos White y los continuó con los maestros José Miguel Román y Pedro Haserf.

El 21 de marzo de 1854 ofreció su primer concierto en su ciudad natal, acompañado por el célebre pianista norteamericano Louis Moreau Gottschalk.

El 8 de diciembre de ese mismo año son estrenadas en la fiesta de la Purísima Concepción de la Virgen, sus obras Invitatorio a maitines, Christus natus est nobis y Misa, a cuatro voces.

En julio de 1856, ganó el primer premio de violín en el Conservatorio de París, con lo cual quedó consagrado definitivamente entre los virtuosos del instrumento.

La “Gazzete Musicale de Paris”, del 3 de agosto de 1856, dice acerca de White:
¿Dónde tomó sus primeras lecciones? ¿Cómo este hijo de América se ha hecho el émulo de los más grandes violinistas conocidos en Europa? He aquí lo que ignoramos y lo que desearíamos saber por honor de la escuela americana, de la que es una soberbia muestra el eminente White.

En 1858, regresó a la patria y en su ciudad natal, Matanzas, realizó una serie de conciertos, acompañado por el pianista Adolfo Díaz, y escribió Fantasía cubana -que concluyó en La Habana- y el Estudio núm. 6, op. 13 para violín; La bella cubana y Bolero de concierto.

El 4 de octubre de 1860 ofreció su último concierto en Matanzas; después retornó a París, donde compone en 1864 su Concierto en fa menor, para violín y orquesta, que estrena en la parisina Sala Herz, el 3 de marzo de 1867.

Alternó con las mayores celebridades musicales de su época, y mereció la admiración y la amistad de su maestro, Thomas de Alard.

Además, fue elogiado por grandes de su tiempo, como Rossini, Gounod, Saint-Sains, y de relevantes músicos que le conocieron.

White fue aclamado por el público y la crítica de París, Madrid, Nueva York y otras grandes ciudades. Igualmente, tuvo el honor de ser invitado a tocar su Stradivarius en el Palacio de las Tullerías, de París, ante los emperadores Napoleón III y Eugenia.

También en el Palacio Real de Madrid, ante la reina Isabel II, que le concedió la Gran Cruz de Carlos III y le regaló una botonadura de brillantes, así como también en otras mansiones de la aristocracia europea.

Muchos fueron los lauros que recibió en la distancia de la patria que José White nunca olvidó, a cuya redención contribuyó, por lo que fue perseguido en 1875 hasta llevarlo a la expatriación.

A su Cuba distante consagró una de sus últimas creaciones, Marcha Cubana, escrita en 1909 que dedicó a su compatriota, el destacado músico Ignacio Cervantes.

Nuestro Héroe Nacional José Martí sintió una gran admiración y respeto por este notable violinista y compositor, a quién pudo apreciar cuando se presentó en mayo de 1875 en la capital mexicana.

Por eso, no es de extrañar esta exclamación de José Martí: “White no toca, subyuga”; y en otra parte, elogiando sus facultades como intérprete, precisa: “este gigante artista, para quien no tiene el arte dificultad invencible, ni germen de maravillas escondidas que él no sorprenda y desarrolle”.

Falleció en París, el 12 de marzo de 1918, a la edad de 82 años.



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