¿Bolsonaro retrocede?

Editado por Maite González Martínez
2021-03-18 07:27:39

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EFE.

Por: Guillermo Alvarado

En momentos en que la covid-19 golpea con extrema dureza a Brasil, el presidente Jair Bolsonaro realizó una jugada que ya estaba cantada hace días y se deshizo del ministro de Salud, el general Eduardo Pazuello, uno de sus hombres de confianza y totalmente lego en la cartera que dirigía.

Las voces contra el militar subieron de tono desde que en la ciudad de Manaos mucha gente murió por falta de oxígeno medicinal, a pesar de que la carencia de este gas se había advertido con anterioridad a las autoridades federales.

Pero la situación de Pazuello se volvió insostenible en los últimos días, cuando el país llegó a los 11,6 millones de contagiados y los fallecidos rebasaron los 282 mil.

Este martes se registró el récord de muertes, con 2 mil 841 en solo 24 horas, y los expertos creen pronto se alcanzará la cifra de tres mil diarios.

Como relevo en la cartera de Salud fue nombrado el cardiólogo Marcelo Queiroga, el cuarto en ocupar ese puesto desde el principio de la pandemia y quien antes de asumir su responsabilidad dejó claro que el cambio de ministro no implica una transformación de la política oficial.

"La política es del gobierno Bolsonaro, no del ministro de Salud; el ministro de Salud ejecuta la política del gobierno”, dijo textualmente.

Se anunció también la compra de varios millones de dosis de vacunas y se ofreció inmunizar a toda la población antes de terminar este año.

Más aún, el saliente Pazuello dijo que se adoptarán nuevos hábitos, como el lavado frecuente de las manos, mantener la distancia social y utilizar mascarilla, todo lo que Bolsonaro ha rechazado hacer durante un año.

¿Significan estos anuncios un cambio real en la percepción del ejecutivo federal sobre el peligro de la enfermedad? Me temo que no, que no hay ningún interés real en la salud y la vida de la población.

Es más bien una jugada política, porque a nadie se le escapa que el presidente ansía la reelección en 2022 y de pronto le surgieron dos escollos en el camino.

Uno de ellos, quizás el más importante, es la suspensión de las condenas contra Luis Inacio Lula da Silva, quien recobró sus derechos políticos y podría presentarse a los comicios con altas posibilidades de ganar.

El otro es que en la medida en que la crisis sanitaria crece, la popularidad de Bolsonaro cae. Un sondeo de la empresa Datafolha publicado ayer revela que el 54 por ciento de los entrevistados califica de mala la gestión del gobierno, 24 de cada cien la ven como regular y sólo 22 la consideran buena.

Se trata, a mi juicio, de una muestra más del gatopardismo, práctica muy bien explicada por el escritor italiano Giuseppe Tomasi de Lampedusa, que dice: si queremos vivir como siempre, tenemos que empezar a cambiar.



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