La perspectiva de una vacunación no exonera de ser responsables

Editado por Maite González Martínez
2021-04-29 07:14:20

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Por: Roberto Morejón

Con el tránsito de nuevas cepas del SARS-Cov-2, indisciplinas y descuidos, los cubanos no logran regresar a las estadísticas menos apremiantes del año 2020 de la COVID-19 , aun cuando en el futuro la vacunación, con antídoto propio, es previsible.

Bordeando desde hace semanas la nada halagüeña cifra de mil casos diarios de contagios y con más de 180 de ellos en edades pediátricas, los expertos reiteran sus orientaciones de extremo cuidado, distancia física y máxima higiene.

Con más de 21 mil 900 personas ingresadas en diversas facetas, los pronósticos a corto plazo de los matemáticos no son favorables.

Si bien la letalidad de los enfermos con COVID-19 en Cuba está por debajo de la de países vecinos, los funcionarios de salud están insatisfechos porque se trabaja para indicadores más propicios.

La ciencia aporta a los protocolos de atención, los innovadores ensayan insumos cuya adquisición se dificulta por el bloqueo estadounidense y al cabo de más de un año de pandemia, médicos y enfermeros en zona roja siguen en sus puestos.

Ellos tienen un apoyo destacado en estudiantes y trabajadores que laboran voluntariamente en lugares de aislamiento o para atender a vulnerables, a quienes les llevan alimentos a sus viviendas.

Pero así y todo el combate contra la pandemia exige al máximo, sin que algunos parezcan darse por enterados.

Es cierto. En medio de tanta entrega, valentía y pericia profesional gravitan otros ciudadanos indiferentes ante el alza de casos de la dolencia de origen respiratorio.

No les parece peligroso colmar de pasajeros el ómnibus, encimarse a otros cuando aguardan en una fila porque les llegue el turno para adquirir alimentos u organizar fiestas y otras reuniones sociales como si fueran acontecimientos impostergables.  

Los hay que transgreden el horario de obligatorio recogimiento en las ciudades mientras administradores de empresas dejan de controlar si sus trabajadores llegaron con síntomas gripales.

Los incrédulos, temerarios e irresponsables juegan con su vida y la de otros como si las oportunas advertencias de los eruditos carecieran de asidero.

No por estar tan cerca de la inmunización general, los cubanos pueden bajar la guardia, mermar la percepción del riesgo y comportarse irresponsablemente, porque las precauciones son indeclinables aun cuando sean protegidos con el inyectable.



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