Los ricos se atrincheran

Editado por Maite González Martínez
2021-06-14 07:40:19

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Los líderes del G-7 durante la cumbre en Carbis Bay (Reino Unido). EFE / EPA / Neil Hall.

Por: Guillermo Alvarado

Luego de dos años sin reunirse debido a la pandemia de covid-19, los miembros del club de los países más ricos del planeta, el Grupo de los 7, G-7, se encontraron en la ciudad inglesa de Carbis Bay para actualizar sus políticas hegemónicas, afianzar sus intereses y expresar sus temores.

Fue una especie de “presentación en sociedad” para el nuevo presidente de Estados Unidos, Joe Biden, luego del turbulento período de Donald Trump quien llevó el aislacionismo al grado de alejarse de sus habituales socios.

También fue la oportunidad de trazar las trincheras ante dos potencias que quitan el sueño en Washington, las capitales europeas y parte de Asia, como son las repúblicas de Rusia y China, cuya influencia creció notablemente en tiempos de la crisis sanitaria global.

Sea de manera abierta, o bajo el disfraz de las palabras, buena parte de los acuerdos contenidos en la Declaración de Carbis Bay están dirigidos a contrarrestar el papel que esos dos países están jugando entre las naciones de ingresos medios y bajos, que son la mayor parte del mundo.

Se repitió la hipócrita preocupación por la supuesta violación de los derechos humanos en las regiones chinas de Xinjiang y Hong Kong, así como una presunta “desestabilización” e injerencia rusa en otros países.

De igual manera se volvió al tema del origen del virus de la covid-19, que según dicen habría escapado de un laboratorio chino ubicado en Wuhan.

Por cierto, un periodista estadounidense que tocó recientemente ese tema es Michael Gordon, precisamente el mismo que el 8 de septiembre de 2002 publicó un artículo en The New York Times acusando a Saddam Hussein de tener armas nucleares, una excusa que derivó en la invasión a Iraq en 2003.

El G-7 prometió contribuir a terminar con la pandemia actual por medio de la donación de mil millones de vacunas a los países pobres, loable medida, pero insuficiente para poner fin a esta extraordinaria amenaza a nuestra especie.

Así lo recordó el ex primer ministro británico Gordon Brown, cuando dijo que para frenar la covid-19 hacen falta no mil, sino once mil millones de dosis.

Por el mismo camino van las declaraciones acerca de la necesidad de frenar el calentamiento global y el deterioro del medio ambiente.

El director de la organización Greenpeace en Reino Unido, John Sauven, afirmó que sin un acuerdo formal de poner fin a todos los proyectos de combustibles fósiles en el mundo este año, el plan se quedará muy corto.

Atascados en sus trincheras, Estados Unidos, Reino Unido, Alemania, Francia, Italia, Japón y Canadá, no llegaron ni siquiera a la altura del principio del Gatopardo, aquel que dice que “si queremos seguir viviendo como hasta ahora, tenemos que empezar a cambiar”. 



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