Rutas de la muerte

Editado por Maite González Martínez
2021-07-17 06:37:36

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Imagen archivo / DPA

Por: Guillermo Alvarado

La migración no es un fenómeno aislado ni, por supuesto, propio de nuestra era y de hecho la humanidad habitó el mundo gracias a las movilizaciones de grupos que fueron ocupando durante cientos, quizás miles de años, los más diversos y recónditos territorios.

Se comenzó a convertir en un problema cuando se crearon las fronteras y las sociedades se empezaron a diferenciar unas de otras, a veces por sus niveles de desarrollo, pero casi siempre por vanas ideas de superioridad, por cuestiones religiosas o por el color de la piel.

Hoy también tiene un componente jurídico y no son pocos los que al migrante le agregan la coletilla de “ilegal” o “clandestino”, se crean normas para impedir, más que para regular, el cruce de un lugar a otro y se les obliga a buscar caminos peligrosos que con frecuencia conducen a la muerte.

En el año 21 del siglo XXI de la historia moderna son muchos los que pagan con su vida el sueño de un futuro mejor, para sí mismos y sus familias.

Una de las rutas declaradas como más peligrosas, el mar Mediterráneo que separa las costas de África de la Europa “civilizada”, en los primeros seis meses de este año duplicó la cifra de fallecidos, con mil 146 decesos, respecto a los 513 de 2020 y los 674 de igual período en 2019.

En realidad las cifras son seguramente más elevadas, porque muchos naufragios quedan en silencio y nunca se sabe cuántos cuerpos yacen en esa gran sepultura que los romanos llamaron “Nuestro mar”.

La Organización Internacional para las Migraciones denunció que mientras eso ocurre, muchas embarcaciones de rescate permanecen varadas en los puertos, debido a decisiones administrativas o penales europeas.

El continente americano tampoco es ajeno a este drama, pues el país que ofrece el espejismo de “la tierra de las oportunidades”, Estados Unidos, es bastante cruel con quienes sucumben al sueño de una vida mejor, atizados por la pobreza, la violencia o la furia de los fenómenos naturales.

Organizaciones humanitarias denunciaron que en las áreas fronterizas de Tucson se descubrieron en junio pasado 43 grupos de restos humanos, correspondientes a migrantes que no soportaron el fuerte calor, que en ese mes subió hasta los 45 grados centígrados, similar al del desierto de Arizona.

En el primer semestre suman ya 127 los cadáveres encontrados en zonas áridas y montañosas, hasta donde la Patrulla Fronteriza empuja a quienes pretenden internarse en territorio estadounidense.

“No vengan”, es la advertencia que emana de la Casa Blanca, pero es insuficiente para contener a gente desesperada, que carece de lo elemental para una vida digna, o una vida a secas, y se adentran en rutas mortales. 



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