El ciclo fatal de los hondureños

Editado por Maite González Martínez
2021-01-15 07:39:17

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La caravana de migrantes que salió del norte de Honduras consiguió ingresar este jueves en Guatemala.

Por: Roberto Morejón

Como si la COVID-19 fuera ficción, centenares de hondureños organizaron una nueva caravana hacia Estados Unidos, donde aspiran a concretar la huida de la pobreza.

No importa que sea una quimera dada la mano dura de la administración de Donald Trump para impedir el arribo de indocumentados.

Los nuevos hondureños empeñados en atravesar Centroamérica creen que los ayudará la transición presidencial en Estados Unidos.

Ni siquiera reparan en la crisis política y económica de la nación norteña, amenazada con nuevos brotes de violencia.

Tampoco los migrantes hondureños piensan en el peligro de la indetenible pandemia si lograran llegar a Estados Unidos, país con mayor número de casos.

Lo han perdido todo, afirman los peregrinos como si con ello trataran de justificarse ellos mismos por la peligrosísima travesía emprendida, expuesta a las medidas de tipo migratorio de Guatemala y México, plazas clave en la ruta.

Los hondureños dicen que deben correr los riesgos y alegan que en su país más de 3 320 personas murieron por el nuevo coronavirus y los hospitales están colapsados.

Recuerdan la devastación por el paso de los huracanes Eta e Iota durante finales de 2020 y el desplome o daños a sus viviendas, sin ayuda gubernamental.

Dan fe del miedo a sucumbir ante el terror impuesto en su país por las pandillas, entrenadas en extorsiones, torturas y asesinatos.

Con esas lecciones, los hondureños deciden viajar en grupos para evitar ataques de delincuentes en su probable ruta.

Todos son argumentos insostenibles, pues las caravanas tienen remotas posibilidades de éxito, aunque se reiteran las convocatorias a nuevos desplazamientos por tierra.

Es que Honduras carece de políticas sociales susceptibles de atenuar los movimientos migratorios, alentados también por la carencia de empleos y una pobreza que castiga a más de 60 por ciento de la población. 

Más de una docena de caravanas partieron desde octubre de 2018, todas respondidas con despliegues militares de los países centroamericanos.

Algunos hondureños tomaron nota de tales obstáculos y decidieron cambiar el destino de sus andanzas hacia Belice, Costa rica, Panamá y hasta Islas Caimán.

La desesperación generalizada nubla las mentes, madres solteras deciden acompañarse de hijos hasta en brazos y el fracaso de otros NO amilana a los nuevos emprendedores. Es el ciclo fatal de la miseria.



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