Por: Roberto Morejón

Los revolucionarios cubanos invocan hoy la constancia de aquellos jóvenes que en julio de mil 953, encabezados por el abogado Fidel Castro, asaltaron dos de las principales fortalezas militares, para desatar la lucha contra la dictadura de Fulgencio Batista.

Las acciones NO culminaron en el éxito militar, pero después de la cruenta represión, los jóvenes de la generación del centenario del natalicio de José Martí reagruparon fuerzas y perfilaron objetivos, hasta llegar a la insurrección nacional y el triunfo.

Es cierto que por la senda debió lamentarse la pérdida de valiosos compañeros, entre más de 20 mil cubanos asesinados por la tiranía.

Pero el recuerdo de los caídos en la lucha se mantiene vivo, incluso hoy cuando Cuba afronta otro tipo de aprietos y requiere de la unidad interna así como de la solidaridad internacional.

Cuando las ideas de los asaltantes a los cuarteles Moncada y Carlos Manuel de Céspedes mantienen su vigencia, los cubanos encuentran reservas de energías para solventar los desafíos del presente.

La mayor de las Antillas afronta una de las etapas más duras de los últimos tiempos, al asociarse negativamente los efectos de cuantiosos gastos durante la pandemia por la COVID-19 con el recrudecimiento oportunista del bloqueo estadounidense.

A lo anterior se agregan peligrosamente las secuelas de la guerra en Ucrania, la crispación de Occidente con China y Rusia y el consecuente repunte de los precios de la energía y de los alimentos y las irregularidades de las cadenas de suministro global.

El gobierno estadounidense optó por persistir en la asfixia económica de los cubanos, quienes hoy padecen un agudo desabastecimiento de alimentos, fármacos y déficit en el transporte público.

El gobierno carece de los recursos necesarios para afrontar una millonaria inversión para el mantenimiento y reparación de termoeléctricas,  columna vital del sistema electroenergético.

Entre cortes del suministro que no finalizarán de inmediato, el país tensa los resortes posibles, sin abandonar la estrategia para lograr un sistema productivo local sólido, capaz de sostener la línea de desarrollo local.

Si bien escasean recursos, perdura el principio de responder con la mayor justicia social, como lo evidencian los afanes para mejorar la vida en barrios vulnerables.

Con mayor democracia y participación popular y aun en medio de estrecheces materiales, los cubanos no abandonan sus más caros anhelos, a partir de lo que el presidente Miguel Díaz-Canel suele resaltar como la resistencia creativa.