
Sigfredo Barros no se conformó con los indicadores utilizados a nivel internacional, pues contrastaba con la calidad y las expectativas del béisbol cubano
Foto: Cubaperiodistas
La Habana, 19 jul (RHC) El 19 de julio de 2021, cuando la prensa cubana estaba de lleno en los preparativos para los Juegos Olímpicos de Tokyo, desapareció físicamente Sigfredo Barros Segrera, sobresaliente periodista que se especializó en los temas deportivos y particularmente en el béisbol.
La partida de Sigfredo impactó a los seguidores de nuestro deporte nacional. Y debo confesar que lo admiré, desde que comencé a leer sus relatos diarios de cuanto acontecía en nuestras Series Nacionales, Selectivas y otros torneos, a través de sus publicaciones en el diario Granma. Luego, pude conocerlo e intercambiar con él, en varios foros de diverso tipo en torno al béisbol cubano.
Sin embargo, hay un asunto de su ejecutoria que aún no se ha ponderado lo suficiente: el extraordinario aporte que Sigfredo realizó a la divulgación y el análisis de la Sabermetría en Cuba.
Gracias a Delfín Xiqués y los compañeros del archivo en el diario Granma, pude acercarme a las valoraciones de Barros sobre este tema en la sección Mirones, un trabajo que obviamente pudiera ampliarse con posterioridad.
Desde el 7 de noviembre de 1989, cuando se refiere a la sabermetría, hasta los trabajos en la segunda década del siglo XXI, nunca dejó de analizar las estadísticas de béisbol más modernas. El aporte de un jugador a la producción de carreras y a las victorias de un equipo, fueron una sistemática preocupación de Sigfredo, como contribución al béisbol de Cuba.
Los primeros indicadores abordados fueron las carreras creadas, el 14 de noviembre de 1989; así como el poder aislado, siete días más tarde. Finalizando noviembre, Mirones comenzaba con el porcentaje de embasado, OBP por sus siglas en inglés. Este indicador devino una filosofía y aparece recurrentemente en el filme Moneyball, dirigida por Bennett Miller y protagonizada por Brad Pitt, producida en el 2011 con base en la novela del mismo nombre que se publicó en 2003.
El 12 de diciembre de 1989, Sigfredo Barros abordaba el Power Speed Number (Número de Poder y Velocidad), proporcionando datos de dos extraordinarios y polivalentes jugadores de entonces, Víctor Mesa y Omar Linares. Hace aproximadamente un año, adquirió valor extraordinario para analizar la actuación individual de Shohei Ohtani con los Dodgers de Los Ángeles.
En otras ocasiones, como el 2 de agosto de 1990, se acercaba al Game Score. Es decir, hace treinta y cinco años, ya Sigfredo abordaba temas que aún son de actualidad. Tendríamos que preguntarnos porqué en Cuba no es aún la sabermetría una materia de dominio popular, pues junto a Sigfredo otros especialistas abordaron estos temas, en radio, televisión y prensa escrita.
Barros, no obstante, fue más allá. Como Bobby Salamanca, creó estadísticas, al estilo de la evaluación de un mentor por la cantidad de decisiones que toma. Ello ocurrió a raíz de la edición 45 de la Serie Nacional, 2005-2006, pero vale la pena retomar esos análisis.
La última ocasión en que me encontré con Sigfredo fue en la calle Ayestarán, en 2018. Me reconoció, me preguntó qué estaba haciendo y recuerdo que ya entonces me encontraba laborando en Radio Habana Cuba.
Cuatro años después de su partida, puedo decirle a Sigfredo, dondequiera que esté, que su legado no cayó en el olvido. Pero hay que seguir trabajando para que las asimilaciones acríticas nos priven de valorar mejor lo nuestro, sin pedirle peras al olmo.